sábado, 10 de abril de 2010

"El paciente debe notar que alguien tiene interés por su infortunio...."

Desconocía totalmente quién era Andrzej Szczeklik hasta que leí la reseña periodística de su reciente visita a Barcelona para presentar su libro Catarsis. Solamente por la frase que encabeza esta entrada estaba justificada la búsqueda de su libro y su atenta lectura. En la entrevista deja varias frases inapelables, pero cada vez menos practicadas en las consultas médicas habituales, y la causa siempre es la misma: el tiempo y su falta.
"Volver a las buenas prácticas de la medicina, no todo han de ser TAC y resonancias. Muchas enfermedades no son nada importante: hablando, escuchando y recetando cosas básicas y sencillas darían el mismo resultado y se rebajarían costes"
El libro recorre todos los aspectos reconocibles del médico con formación técnica e intereses "humanistas" o mejor dicho de Humanidades: Arte, Literatura, Música. En mi opinión, estos aspectos van a determinar más la personalidad del médico y la relación terapéutica con sus pacientes: la forma de hablar, de no hablar, de comunicarse; en definitiva, el uso de todos los mecanismos que favorecen la empatía terapéutica.
"El deber más importante de un médico hoy es dar esperanza; el sistema nervioso y el inmunológico están conectados, si bien aún no lo sabemos todo; por eso no me importa que mis pacientes se vayan a ver a un curandero si no hay contraindicación. Si la medicina clásica no sabe ayudar al paciente y éste tiene fe en que aquello le puede curar, por mí, adelante; lo que es vital es mantener su fe"
Es en este aspecto dónde no estoy de acuerdo con el Dr. Szczeklik. Las terapias alternativas no son, en mi opinión, una vía "alternativa" sino una vía de escape hacia la irracionalidad y la superchería. El sufrimiento de muchas personas viene determinado por la estructura de su personalidad y el entorno socio-cultural en el que viven y se desarrollan, y para modificar eso la Medicina no tiene respuesta. El uso y abuso de la medicación para aliviar el malestar vital o las múltiples manifestaciones clínicas que ello provoca, es la respuesta habitual. Por esa razón, existen muchas personas que buscan soluciones y consuelo en la religión y la irracionalidad terapéutica. ¿Habrá otra forma de integración y aplicación de la ciencia médica y la psicología clínica y social que permita hacer las cosas de otra forma?

6 comentarios:

  1. Me parece interesante y comparto tu punto de vista. saludos.

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  2. Un libro que despertó en mí un gran interés y me ha defraudado bastante. La visión católica del sufrimiento, aunque respetable, me interesa poco.

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  3. Gracias a Marco y Miguel. Coincido contigo Miguel, de ahí mi comentario final sobre la religión.
    Saludos

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  4. ¡Hola, Vicente! Claro que hay otra forma. De primeras sería necesaria la inversión de bastante más tiempo en el contacto con las personas que nos consultan.

    Pero si esto se consiguiera (imagínate media hora o una hora por paciente) sería un desastre organizativo, dado que los servicios médicos estarían colapsados sin posibilidad de estabilización.

    Con lo que sería no necesario sino urgente el aspecto pedagógico sobre la población (desde la escuela). En este momento, se le está educando a la población para ser consumidora del producto sanitario (fármacos, aparatología...). El vehículo es el miedo (y lo emplean muy eficazmente, como lo hemos comprobado en la última alarma por "pandemia").

    Falta una verdadera Medicina Preventiva. Y según mi humilde opinión, al paso que vamos, nos abocamos a un callejón sin salida de consumismo sanitario.

    Se contempla la Medicina Preventiva como una faceta de la Medicina que mira a cada enfermedad cuando debería (según mi parecer) mirar al ser humano para ser eficaz.

    Aquel aforismo romano de Decimo Junio Juvenal "mens sana in corpore sano" ha sido, es y seguirá siendo válido. Los sabios griegos lo expresaron de otra manera: "gnóthi seautón" (transcrito en caracteres latinos) que incitaban al "conócete a ti mismo" como piedra angular de la salud en el ser humano.

    Una persona que se conozca lo suficiente será más fácil que viva más centrado, usando su peculiar herramienta (a través de su estructura de carácter) ante cualquier acechanza de la vida.

    El problema radica en que el más común de los mortales ha trastocado su estructura de carácter, su personalidad, y vive (vivimos) en una pura neurosis (con una enorme graduación sintomática, claro está), escapándonos o defendiéndonos del que nos duele o tememos.

    En los casos restantes, generalmente sacudidos por situaciones de gran dolor y con una predisposición personal o familiar más acusada, degeneran en procesos psicóticos, en pérdidas del contacto con la realidad.

    Volviendo al tema de la entrada, no me tengo por católico ni soy usuario de ninguna otra religión, pero no dudo de la existencia de una religiosidad innata en el ser humano (y repito que no estoy hablando de ninguna religión concreta).

    Si los médicos fuéramos capaces de acercarnos al ser humano que tenemos delante sin proteccionismo, sin juicios previos ni actitud enjuiciadora, colocándonos en nuestro sitio, con nuestra capacidad de vivir el amor, la compasión (y no estoy hablando de cursiladas "blandiblup"), no haría falta de tanta farmacia que, en la mayor parte de ocasiones no hace sino cubrir la carencia de ese espacio temporal compartido con los pacientes.

    Salud para ti y los tuyos.

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  5. Coincido contigo Silvano, seguiremos haciendo de "taller de reparación rápida" con los pacientes a base de fármacos paliativos.

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  6. Lo cierto es que, cuando uno está enfermo busca al médico en el que confiar, profesional y personalmente, que responda a sus dudas, que le ofrezca la información que necesita, que le transmita confianza y con el que se sienta apoyado.
    No sé si en el futuro todo estará mediatizado por la tecnología, tendrán robots, internet y píldoras, pero hoy por hoy yo veo la relación personal muy importante.

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