viernes, 22 de marzo de 2013

"Nunca he tomado una pastilla y ahora tomo diazepam y todo". Empastillados 2

" Nunca he tomado una pastilla y ahora tomo diazepam y todo"


Nunca he tomado una pastilla y ahora estoy tomando diazepam y todo from Vicente Baos on Vimeo.
Vídeo original. Minuto 4
El hombre desesperado salió de la oficina de "empleo" cabizbajo y triste. Afuera, unos periodistas recogían opiniones sobre las "indemnizaciones" de los despedidos de lujo. El hombre desesperado contestó y quedó compungido al oír sus propias palabras. Se despidió y siguió calle abajo repitiendo en su mente sus propias respuestas: "mucho ataque de ansiedad" "nunca he estado enfermo" "tomo diazepam y todo, no por mí, sino por mi mujer". La rabia iba creciendo en su interior. Una rabia más intensa porque sus vecinos, sus amigos, iban a oír su confesión en la televisión. "Mierda, pensó; no hay derecho. Estoy muy jodido, en cuanto llegue a casa me tomaré el diazepam; o no..."
Caminaba ofuscado hacia su casa. Tenía media hora andando y así se ahorraba el transporte. Maldecía no haber cogido la bufanda, estaba cogiendo frío en el cuello con el jersey que llevaba. "Ahora me cogeré una neumonía y se acabó, a la mierda"
Rumiaba las palabras e iba diciéndolas en voz alta, no tanto para que cualquiera las oyese y se diese la vuelta, sino, suficiente para aparecer ante el que se cruzaba en su camino como alguien perturbado. 
En otro tiempo, se hubiera parado en un bar a tomar una caña, y así, a lo mejor se calmaba; ahora no podía. ¡Aggg! cerró los puños con fuerza mientras lanzaba la expresión. No podía desahogar su rabia y enfado.
Al pasar delante de un concesionario de coches, vio su imagen reflejada en el escaparate. Un hombre abatido, mal encarado, desesperado y muy agobiado. No lo pensó, solo lo hizo. Dio un puñetazo al cristal blindado del concesionario de Audi que tenía enfrente. El golpe calmó en parte su rabia. Por un momento, desplazó toda su atención el dolor de tener el 5º metacarpiano de la mano derecha roto. Pero ese arrebato incrementó su angustia y comenzó a golpear la cabeza contra el cristal. Retumbaba y sangraba por la frente gritando un ¡ahhh! inconexo y entrecortado, cada vez más débil. Los empleados y  transeúntes se acercaron a él con temor, pero, finalmente, consiguieron agarrarle mientras se tumbaba en el suelo entre un llanto de dolor y tristeza cada vez más apagado, mientras perdía la conciencia y quedaba tendido en el pavimento como un trapo, como un hombre herido, derrotado y desesperado. 
Me he permitido esta licencia literaria sobre la persona que aparece en el vídeo. Le ruego me disculpe si alguna vez llega a verlo y lo hago en solidaridad con él.
En homenaje a todos los parados desesperados a los que damos "..zepames" para soportar su angustia.

3 comentarios:

  1. http://www.youtube.com/watch?v=VZJWRfONTHM

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  2. La historia que armaste a raíz del vídeo, es demasiado real...dolorosamente real.
    Uno de mis hijos, está un año sin trabajo, con familia, una hija en la universidad...aburrido de presentar currículos y de escuchar promesas, posibilidades ciertas y todo eso...que al final quedan en nada...
    Yo creo que la mayoría de las depresiones no están ni siquiera diagnosticadas!

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