martes, 20 de mayo de 2014

Las estatinas valen para lo que valen

Se ha hablado tanto de la publicación de los ensayos clínicos con resultados negativos que es una alegría ver en el último número del NEJM,  la publicación de dos ensayos realizados con estatinas: simvastatina y rosuvastatina, dirigidas a dos patologías respiratorias, algo muy alejado de sus indicaciones cardiovasculares. 




Dado que diversos estudios retrospectivos apuntaban la posibilidad de que el uso de estatinas redujera el número de exacerbaciones y su gravedad, se diseñó un estudio prospectivo con 40mg de simvastatina versus placebo para evaluar su impacto en 885 pacientes. Se descartaron pacientes con diabetes o patología cardiovascular. En ambos grupos, los resultados fueron similares en el número de exacerbaciones, los ingresos hospitalarios, el tiempo de aparición de la primera reagudización, la muerte y los efectos adversos. Por ello, la simvastatina no tiene ningún papel en la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.






El efecto modulador de la inflamación de las estatinas se ha aplicado a conceptos cardiovasculares como la estabilización de la placa ateromatosa. Como en el caso anterior, estudios observacionales parecían apuntar un efecto beneficioso en la insuficiencia respiratoria asociada a la sepsis. Los pacientes tratados con rosuvastatina recibían una dosis de carga de 40mg y posteriormente 20mg. En insuficiencia renal 10mg. El estudio se interrumpió cuando se observó que no había reducción de ninguno de los parámetros y la aparición de la insuficiencia renal y hepática era más temprana en los pacientes tratados con rosuvastatina.

Es de agradecer la publicación de ensayos clínicos negativos, incluso el patrocinado a medias por Astra Zeneca, junto a la disponibilidad de libre acceso en el NEJM de estos dos trabajos.

Con las estatinas - grupode fármacos más prescritos en todo el mundo y en nuestro país - tenemos una importante tarea pendiente. No es aumentar sus indicaciones y el número de consumidores, sino retirarlas a aquellos pacientes en cuyas patologías no se haya demostrado beneficio. Y son muchos. Y aún así quedarán muchos bajo los nuevos criterios de riesgo de la American Heart Association 

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