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domingo, 6 de marzo de 2011

El pesimismo social como problema de salud


Vivimos tiempos inquietantes. Desde hace mucho tiempo sabemos que los condicionamientos sociales influyen en la salud, y en la percepción de la propia salud de las personas. Influye en todas las patologías, en unas más claramente que en otras. Muchas de ellas, de una forma muy evidente. ¿Cómo definir sino, la angustia del parado de larga duración? ¿Cómo justificar la tristeza de aquel o aquella que adivina un futuro sin esperanza ni ventana abierta a la independencia económica y personal?
Podemos prescribir muchos ansiolíticos y antidepresivos para mitigar el dolor del que sufre, no por un desequilibrio serotoninérgico, sino por la incertidumbre amenazante para él, ella o su familia.
Si continuamente recibimos, a través de los medios de comunicación, noticias habituales sobre el incremento imparable del número de parados, el incremento del gasto y el coste de la energía, las hipotecas y  los alimentos básicos, simultáneamente al aumento de los beneficios de las empresas que lo gestionan; el desvalido, el que vive al día, el que ve acabar el subsidio y no ve horizonte de trabajo por ser demasiado mayor con experiencia o demasiado joven sin la misma; entonces, el pesimismo social invade la mente de todos. De los que por ahora no han perdido nada y de los que han perdido todo.
Un manto de desesperanza cubre amplios grupos de personas en nuestra sociedad. Los que temen por sí mismos y los que temen por los suyos. La mujer joven inmigrante sola y con hijos a su cargo, la mujer de edad media divorciada y con cargas familiares sin trabajo, el ama de casa cuyo marido está desempleado, el obrero manual de más de 50 años que es despedido después de 25 años en la misma empresa y además le "obligan" a prolongar su vida laboral para tener una pensión digna, el joven profesor interino al que no renuevan el contrato porque la tasa de reposición por jubilación es uno de cada diez, el camarero ocasional que no cotiza suficiente para cobrar el desempleo...
Todos afrontan su vida y su futuro con temor e incertidumbre. Todos pueden sufrir insomnio y ansiedad, alteraciones digestivas, cefalea. Todos pueden ir a su médico a pedir ayuda.
Necesitamos algo más que fármacos para combatir el pesimismo social.

4 comentarios:

  1. Justamente hoy en el desayuno hablábamos mi marido y yo de esto, si los que necesitan ayuda "de verdad" fuesen los que la pidieran y se quejasen ¿se vería igual el mundo? .... no creo.

    Algunos de mis compañeros se pasan el día quejándose y "pintando" un panorama desolador, pero siempre me pregunto ¿de qué c... se quejan? si viven como dios ....


    Hace tiempo que decidí que reír es un acto revolucionario, se feliz es la mejor venganza, y ser optimista la mejor opción.

    Y si no os lo creéis, leer "El nombre de la Rosa" y observar que les molesta a los integristas ....

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  2. El pesimismo aumenta parejo al desarrollo. Y la visión tremendista del mundo ya está concretada en el tango “Cambalache”…

    http://medymel.blogspot.com/2009/07/pesimismo.html

    Antes había otras almas a las que aferrarse. Ahora están los fármacos para solucionarlo todo.

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  3. Al final los profesionales de la medicina gana el pato de los desaguisafos de ls políticos de turno.

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  4. El pesimismo aumenta parejo al desarrollo. Y la visión tremendista del mundo ya está concretada en el tango “Cambalache”…

    http://medymel.blogspot.com/2009/07/pesimismo.html

    Antes había otras almas a las que aferrarse. Ahora están los fármacos para solucionarlo todo.

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