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domingo, 12 de febrero de 2012

Las suaves colinas de Kampala (XVIII) ¡Corre, ya!


La comida y la amiga
Foto original de Vicente Baos
Twebaze estaba empapado en sudor. Tras el esfuerzo de la caminata, la conversación con la enfermera le había puesto nervioso. Si ella o los médicos llamaban a la policía, se vería en un lío dando explicaciones. Aunque luego no pasara nada, no le convenía que por sus palabras se molestara a los organizadores de la pelea. Se imaginaba a Tagan y a su amigo Mbazazi pidiéndole explicaciones de una manera que prefería no imaginar. Empezaba a valorar si salir corriendo de allí sería la mejor idea. Ya se encargarían en el Hospital de Nabulungi. Sin embargo, pensó que no podía hacerle eso a la niña. No podía evitar que la imagen de su hermana Kissa siendo arrastrada por los hombres del LRA volviera a su mente. Nabulungi le recordaba demasiado ese episodio. Buscó una silla vacía y se sentó agazapado, intentando pasar desapercibido entre los familiares y amigos de las personas que esperaban.
Nabulungi fue llevada a otra sala más grande con cerca de 15 camillas donde hombres y mujeres estaban separados por una gran cortina de hule blanco desgastado que iba desde el techo hasta el suelo. En el lado femenino se amontonaban dos parturientas, una niña con signos de estar drogada con pegamento y otra mujer que tenía una herida de arma blanca en la cara y los brazos. El médico preguntó a la enfermera que le traía.
- Es una chica noqueada. Creo que viene de alguna pelea organizada. Lleva un pantalón de boxeador profesional demasiado grande. Está muy atontada y dormida. Parece que tiene el labio partido y un gran hematoma por detrás en la cabeza. Respira y mueve los brazos y piernas.
- Vale, lávala la cara y déjala en una esquina. No parece que está muy mal - contestó mientras su atención se dirigía a las parturientas.
Twebaze tenía el teléfono móvil en su mano. Dudaba si debía llamar a Mbazazi y pedir instrucciones en el caso de que la policía le preguntase. Al fin se decidió. Así no se equivocaría con lo que hiciese.
- Perdona Mbazazi que te llame ahora. Estoy en el hospital con Nabulungi y no sé qué hacer si me preguntan sobre la pelea ¿qué digo?
- Tú eres imbécil - contestó airado ¿Por qué has ido allí? Nadie debe saber nada de estas peleas. Si dices algo, eres hombre muerto. Sal de allí con la chica y aléjate del hospital. Yo voy con el coche y te recojo en la esquina sur del centro. Por tu propio bien, date prisa - afirmó airado y amenazante. 
Casi temblando, Twebaze tomó la decisión de entrar a coger a Nabulungi. El único policía que veía estaba distraído oyendo la radio con su AK 47 en las rodillas. Parecía desinteresado sobre todo lo que ocurría a su alrededor. Aprovechando la salida de un paciente con muletas, atravesó las puertas de doble hoja que daban hacia la sala de los enfermos. Discretamente, buscó el área de las mujeres. Se colocó lentamente al lado de Nabulungi mientras veía que las enfermeras se llevaban a las parturientas a otra sala.
- Nabulungi, tenemos que irnos. Es peligroso para los dos ¿Me oyes?
- Si, estoy muy mareada - contestó débilmente.
Cogiéndola en brazos de nuevo, fue hacia la salida, despacio, hasta que oyó un grito. 
- ¿Dónde vas tú? ¡Ehh! ¡Policía! - gritó la enfermera que les había recibido a la entrada.
Twebaze echó a correr justo cuando pasaba delante del policía que miraba sorprendido y contrariado. La enfermera también iba andando todo lo deprisa que le permitía su oronda obesidad.
Salieron rápidamente hacia los jardines. El policía miraba a la enfermera esperando a que le diera alguna  instrucción que justificase disparar o salir corriendo tras ellos, algo que claramente no le apetecía. La enfermera, jadeando y viendo alejarse a los dos, señaló al policía con un gesto que daba igual, que los dejase ir. Ambos volvieron al interior del hospital. 

3 comentarios:

  1. Cada escena está muy bien descrita...y francamente es descorazonador pensar en que hay niños que llevan vidas similares plagadas de abusos y de alguien que de vez en cuando les tiende una mano, aunque sea por conveniencia...para obtener algo...y una se pregunta cómo podemos exigirle una adultez sensata...con buenos sentimientos...sin "portarse mal"...cuando es eso lo que conocen...

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  2. Una imagen vale más que mil palabras. te felicito igual por el post. juegos de mario

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  3. Gracias por vuestro comentarios. La vida en África es muy dura para los que no tienen nada. Los huérfanos y abandonados sobreviven a duras penas.
    Un cordial saludo

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