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viernes, 17 de agosto de 2012

Relatos de verano: El niño delfín

Baño vigilado. Playa de Saint Malo (Francia)
Foto original de Vicente Baos
Cada mañana el mismo ritual.
-Luisito, ¡ven aquí! que te tengo que dar la crema -decía mi preocupada madre.
-No, espera que estoy jugando -contestaba yo haciéndome el remolón.
-Que te he dicho que vengas ya, que hay que bajar a la playa y luego me tengo que subir para hacer la comida y no me da tiempo -decía mi madre mientras mi padre se esfumaba por las esquinas de la casa para que no le implicaran en ninguna tarea más allá de bajar la sombrilla, las sillas plegables, el capazo con la muda, los libros, el periódico y el monedero para  tomar luego el aperitivo en el chiringuito.
-Bueno, voy -admitía al fin.
Despojado de toda ropa, comenzaba el vigoroso masaje que me daba mi madre con la crema protectora más potente del mundo, una especie de máscara blanquecina que untuosamente se aplicaba con energía. De arriba a abajo.
-Cierra los ojos -me decía extendiendo contra mi cara la pringosa crema. Estira los brazos !estáte quieto¡. Después me quedaba con el bañador solamente y los brazos separados del cuerpo, dado que cualquier contacto podía ser repelente.
Ese día, la bandera en la playa lucía amarilla y los chicos de la Cruz Roja vigilaban con su salvavidas colorado y su walkie-talkie enfundado. De manera entusiasta, como siempre, me introduje en el mar de un salto y buceando avancé hacia el interior. Enseguida me di cuenta que la resaca era mayor que otros días y que no me era fácil nadar hacia la orilla. La chica de la Cruz Roja lo vio con claridad. Llamó a su compañero y los dos se lanzaron a buscarme al agua, mientras a lo lejos veía a mi padre y a mi madre dando voces de auxilio y llamándome por mi nombre como si eso pudiera hacerme cambiar el rumbo de mis esfuerzos. Cuando llegaron a mi lado, yo ya había ingerido unos buenos tragos de agua salada y braceaba desordenadamente. "Me voy a ahogar" pensé con claridad y calma. La guapa chica de la Cruz Roja fue la primera en agarrarme, sin embargo, me escurría fácilmente entre su mano. Soltó el salvavidas y me quiso coger con las dos manos, también me escurría, tragando de nuevo una importante cantidad de agua. Llegó su compañero, no mucho más fuerte que ella y le pasó lo mismo. Me deslizaba con suavidad entre sus manos. La propiedad water resistant de la crema era poderosa. Era como una anguila escurridiza que se deslizaba entre las manos de mis salvadores. 
Viendo mi final, me abandoné sin angustia y comencé a verme como un suave delfín sorteando la superficie y la profundidad del mar. Brincando entre las olas y sacando la cabeza del agua para saludar con sonrisa y aleteo de delfín. Sin embargo, el agua salada que ya inundaba mi boca empezaba a oprimir mi pecho......
Desperté sobresaltado de un grito. Mis padres acudieron a mi lado rápidamente. Yo solamente repetía: "no me des más crema, no me des más crema..." 

2 comentarios:

  1. hola, entré aquí por casualidad y me ha encantado, gracias y un saludo!

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  2. ¡Cuántas veces nos ha pasado esto de soñar y jurar que es cierto...!

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