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viernes, 28 de noviembre de 2014

Papá pega a mamá


- Solo venía a por una receta de esto (enseñándome una caja gastada y arrugada de Orfidal 1mg)
- Pero dile lo que te está pasando - dice la madre que acompaña a la joven delgada y llorosa que está sentada frente a mí.
- Por favor, dime para qué necesitas tomar Orfidal - pregunto.

Después de unos minutos, la joven angustiada me cuenta su calvario. 
Mi paciente ya está siendo atendida por los servicios sociales municipales, tiene una orden de alejamiento de su pareja con la que tiene un niño de 3 años que antes no comía y ahora está alegre desde que no ve a su padre. La madre teme que la obliguen a un régimen de visitas que le haga perder el control de su hijo. También pegaba a su hijo con esa impaciencia, furia y desprecio que manifiestan los maltratadores a sus parejas e hijos.

Historias de este tipo se repiten en toda España y en muchos países. Nadie se libra. Es realmente despreciable el tipejo que se comporta así. Puede conjurar todo el odio y la rabia que una persona puede almacenar. Y estos tipos están ahí. Y parecen normales y, a veces te pueden engañar y considerar que no son monstruos, sino personas. Nada de eso. 

He vivido muchas situaciones de este tipo, incluso atender a un maltratador para calmar su deseo de ir a a matar a su mujer. Al salir del cuartel de la Guardia Civil, se dirigió a mi consulta para que le diera algo que le quitara las ganas de cortar el cuello de su esposa. Si, barbaridades así existen.

La consulta del médico de familia es un espejo social de lo bueno y de lo despreciable de las personas y de nuestra sociedad. Escuchar, sospechar, aconsejar, canalizar y atender a las víctimas del maltrato, e incluso a los maltratadores, es nuestra función. 

6 comentarios:

  1. ¿Y no sería mejor tratar como a un enfermo al hombre y recetarle a él los orfidales, pero muchos, para que se quede tranquilito?

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  2. Llevas mucha razón, por eso somos profesionales sanitarios y humanos.

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  3. Debemos implicarnos siempre en el abordaje y tratamiento de la violencia de género.

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  4. Me acabas de poner los pelos de punta, Vicente.

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