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domingo, 26 de agosto de 2018

La normalización del alcohol. ¡Aprender a beber!

La búsqueda del placer es una constante del ser humano. Una vez alcanzadas las necesidades nutricionales básicas, alcanzar la satisfacción a través de la comida elaborada y la bebida son metas de casi todos los seres humanos. Nuestra sociedad vive inmersa en el uso de las bebidas alcohólicas de forma generalizada.

Crecí en una casa donde no era costumbre comer con vino y gaseosa. El fallecimiento precoz de mi padre impidió que visualizara un modelo masculino muy común en los años 60 donde el uso del alcohol era omnipresente. Estaba mal visto que las mujeres bebieran.  
Sin embargo, los veranos que compartíamos con otros miembros de mi familia me acercó a la normalización del alcohol. Si se celebraba un cumpleaños de otro niño del pueblo era muy común la limonada, una sangría con trozos de fruta y azúcar que estaba excelente con sus hielos. Recuerdo el inmenso mareo que sufría al poco de beber un par de vasos. Recuerdo con 10, 11 años la parada para el aperitivo antes de comer donde se me ofrecía un quinto de cerveza junto a unas banderillas picantes (de éstas no he podido quitarme nunca). Me costaba no dormirme antes de la comida. La adolescencia abría la veda al consumo del alcohol en grupo. Antes y ahora, los adolescentes salen a beber, desde la cerveza al botellón más asesino, y solo mediante un esfuerzo de voluntad individual se limitaba su ingesta para no caer en la vomitona más repugnante.
Cuando empecé a trabajar de residente, por influencia de una residente mayor y con "mucho mundo" empezamos a degustar los vinos de calidad. Nunca me ha atraído el sabor del vino, pero era muy elegante y distinguido conocer y degustar vinos de calidad: una buena cena, buena compañía, un vino especial. Salir a cenar en grupos de amigos era una posibilidad real ganando un sueldo y elegir un buen vino para ir aprendiendo. Las bebidas alcohólicas de alta graduación nunca me han gustado, ni antes ni ahora y la moda gintonic me es ajena. En la actualidad bebo alguna cerveza y en pocas ocasiones algo de vino. Estoy en el grupo de bajo consumo.

A mi alrededor, y en el conjunto de la sociedad, el alcohol, a pesar de sus riesgos sanitarios y sociales, está onmipresente. Vendido como cultura, como placer gastronómico, como relajante para las tensiones de la vida diaria, como "lo normal".Y hasta hace poco, como "saludable" Un poco del alcohol (vino, cerveza) produce efectos saludables, vendían y sigue vendiendo los publicitarios de las empresas vinícolas y cerveceras. La manipulación publicitaria de los tóxicos nunca cesa.

La sociedad occidental está alcoholizada, no porque la mayoría de sus miembros tengan un comportamiento conflictivo, sino porque la adicción y dependencia generada mediante los mecanismos productores de placer individual y social es enorme. Anoche, paseando entre numerosas terrazas de restaurantes en un pueblo de la costa levantina, tanto nacionales como extranjeros tenían bebidas alcohólicas en sus mesas. 

Buscar su desaparición en base a sus riesgos es irreal pero transmitir a la sociedad y a sus individuos la necesidad de que reflexionen sobre su ingesta si está al alcance de unos objetivos sanitarios realistas.

El trabajo recién publicado de The Lancet establece que no hay consumo seguro en ninguna dosis, que debemos ser conscientes y transmitir esa realidad para que cada uno piense sobre su relación con el alcohol. 

NOTA: Personas como Miguel Marcos, médico internista salmantino y Julio Basulto, nutricionista que tanto nos enseña tantas cosas realizan una labor de divulgación impresionante y científica sobre el alcohol. 

sábado, 25 de agosto de 2018

Vacunas, antivacunas, vacunas

Las recientes noticias difundidas sobre el incremento de casos de sarampión en Europa durante el último año ha vuelto a traer al debate público los riesgos de que una parte de la población rechace voluntariamente la administración de vacunas disponibles.

El informe de la OMS establece que en los últimos seis meses ha habido 41000 casos de sarampión en adultos y niños en la región europea, multiplicando por 8 la cifra de casos de 2016. Casi la mitad de los casos (23000) han ocurrido en Ucrania, país que ha sufrido un importante desequilibrio de su red sanitaria debido al conflicto con las regiones independentistas prorrusas. Otros países que han tenido más de 1000 casos en su territorio son Francia, Georgia, Grecia, Italia, la Federación Rusa y Serbia.

Las razones de cada país para alcanzar este triste récord son diferentes. En un artículo bien documentado: El mito de los antivacunas ¿son ellos los culpables del megabrote de sarampión? de Antonio Villarreal aporta luz y datos sobre las diferentes coberturas vacunales o la aparición de casos en personas correctamente vacunadas. Crisis sociales y económicas, grupos étnicos marginales que no acceden a la cobertura pública de vacunas son las causas principales. En Italia y Francia, el problema viene de largo con coberturas bajas de vacunación o de segunda dosis de triple vírica como causa de la aparición de casos en adultos jóvenes.

Con todos estos datos, parece que los "grupos antivacunas" o mejor, el número de personas que rechazan vacunar a sus hijos porque los supuestos riesgos asociados a las vacunas son superiores a sus beneficios son minoritarios e irrelevantes a la hora de establecer culpables de este brote. Veo un problema de simplificación, tanto en la culpabilidad absoluta como en la exculpación definitiva y aquí no pasa ni ha pasado nada con esta gente.

Llama la atención que España está al margen de esta triste lista de casos, algo excelente para nuestro país. La razón fundamental está en el mantenimiento desde hace muchos años de una tasa de vacunación muy alta, lo que reduce la población susceptible y dificulta la circulación libre del virus por los movimientos turísticos procedentes de Europa.

Los datos numéricos son tranquilizadores y nos indican que las personas que rechazan voluntariamente la vacunación son muy minoritarios y están escondidos en los porcentajes no alcanzados de cobertura vacunal. Sin embargo, noticias como el estudio realizado en Barcelona  encontraba 3000 niños sin vacunar en la ciudad de Barcelona por decisión familiar (un 1.5%) crea inquietud y maneja cifras que pasan de la anécdota. Desconocemos cifras globales o por autonomías. Culturalmente, el rechazo a la vacunación completa o selectiva va asociado a una mayor creencia en las "medicinas alternativas", por ejemplo, los adeptos a la antroposofía.
En mi propia consulta he tenido contacto con algunos padres que no habían vacunado a sus hijos por influencia de un contorno cultural proclive, y a veces, asesorados por médicos en ejercicio.

Podemos decir que desconocemos el número de las personas que mantienen esa actitud y que su impacto respecto a los riesgos es mínimo, pero no por ello, olvidarles, minimizarles o justificarles.

Si España tiene buenos resultados vacunales y la población que lo rechaza es mínima, es un éxito de todos. De cada profesional sanitario que avala y difunde la vacunación y de la divulgación científica y la "presión social" sobre lo negativo que es en términos individuales y colectivos el rechazo vacunal.

La historia de los "grupos antivacunas" es larga y los argumentos han ido cambiando. Es importante aislar socialmente a estos grupos, mediante el diálogo individual con las personas que lo defienden para argumentar y desmontar las razones por ellos argüidas y mediante la denuncia social realizada a través de medios de comunicación y redes sociales. Eso se lleva haciendo desde hace años y, honestamente, creo que es un factor que ha contribuido a que nuestras tasas de vacunación sean tan positivas comparadas con otros países.

sábado, 11 de agosto de 2018

Negros africanos

En las últimas semanas, todos los noticiarios televisivos o radiofónicos abren su sumario con la llegada en patera, a través de un barco de ONG, salto de las vallas metálicas de las ciudades españolas africanas, de personas procedentes del África subsahariana. En ese conjunto de hombres y mujeres que iniciaron su viaje hace mucho tiempo (dos años de media) se combinan todas las motivaciones del ser humano para emigrar. Desde las más crueles, como puede ser los que proceden de países en conflicto grave hasta aquellos en los que su motivación es claramente el deseo de prosperar y mejorar su situación personal. Este viaje lo intentan los más fuertes, los más decididos. Es difícil pensar que ignoran los riesgos y los peligros más que reales que van a sufrir, también pueden saber que las sociedades europeas no les desean en su territorio; aún así, pensar y desear un futuro mejor que el esperado en su país es un potente motor, es como el que compra lotería aún sabiendo las pocas probabilidades que tiene de que le toque. El deseo, la esperanza son los grandes motivadores del ser humano para intentar, incluso lo que parece imposible.

Los negros africanos en nuestro país, a diferencia de antiguas colonias como Francia y Reino Unido que facilitaron la inmigración procedente de África o del Caribe en décadas previas, nunca han recibido la menor facilidad para una inmigración ordenada. Marroquíes en los años 70 y 80, ecuatorianos, peruanos, rumanos, búlgaros en los años 90 y primera década del siglo XXI entraron por avión o carretera con todas las facilidades ante una expansión económica española que se derrumbó con la crisis de 2008. Sin embargo, los negros siempre han tenido que saltar la valla, coger una patera o cualquier otro medio precario para intentar llegar.

La inmensa mayoría de negros africanos que entran en España siguen camino hacia Europa (más rica, con más contactos). Aquí, en ausencia de papeles regulatorios, solamente pueden mantenerse en el comercio ilegal y la economía sumergida (manteros); en la caridad ("el negro de Mercadona") o en el tráfico ilegal de estupefacientes y la explotación sexual. Muy lejos de los sueños más que probables que tenían de un trabajo digno y remunerado que les permitiera prosperar y ayudar a sus familias en origen.

Sin embargo, estas personas, que son un número ínfimo de la población inmigrante, reciben todas las portadas, se habla de invasión, se les criminaliza y se piden medidas represivas de mayor contundencia. El racismo, el viejo racismo es el origen de esta discriminación.

Los movimientos migratorios son fruto de los cambios sociales, de los conflictos locales y generales y de la desigualdad real que existe en nuestro mundo. Y no hay una solución simple y mágica.

El rechazo al negro, para la mayoría de la gente que lo tiene, es fruto de la falta de un mínimo contacto y relación con alguien en esas circunstancias. Debes reconocer al otro como alguien como tú para establecer la mínima relación empática. La única diferencia entre un joven español que emigra a Alemania para desarrollar su carrera profesional y un negro que ha atravesado la valla para mejorar su vida es el origen y el color. Empecemos por ahí para entender los hechos y aceptemos que las sociedades son y serán cada vez más mixtas. Discursos simples, soluciones simples y brutales solo conseguirán una sociedad cruel. Parafraseando a Bertolt Brecht: "Primero se llevaron a los negros, pero como yo no era negro..."

NOTA: En África, la palabra negro no tiene ninguna connotación negativa. A sí mismos se llaman negros igual que a nosotros nos llaman blancos.