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domingo, 26 de junio de 2011

El calor según Albert Camus: El extranjero

El extranjero (1940) Albert Camus
El Sr.Mersault camina bajo el Sol implacable en el entierro de su madre.



A mi alrededor continuaba siempre el mismo campo luminoso colmado de sol. El resplandor del cielo era insostenible. En un momento dado, pasamos por una parte del camino que había sido arreglada recientemente: El sol había hecho estallar el alquitrán. Los pies se hundían en él y dejaban abierta su carne brillante. Por encima del coche, la galera luciente del cochero parecía haber sido amasada con ese fango negro. Yo estaba un poco perdido entre el cielo azul y blanco y la monotonía de aquellos colores, negro viscoso del alquitrán abierto, negro opaco de las ropas, negro lustroso del coche. Todo esto, el sol, el olor del cuero y del estiércol del coche, el del barniz y el del incienso y la fatiga de una noche de insomnio, me turbaba la mirada y las ideas.
Todo ocurrió en seguida con tanta precipitación, certidumbre y naturalidad, que no recuerdo nada más. Sólo una cosa: a la entrada del pueblo la enfermera delegada me habló. Tenía una voz singular, que no correspondía a su rostro; una voz melodiosa y trémula. Me dijo: «Si uno anda despacio, corre el riesgo de una insolación. Pero si anda demasiado aprisa, transpira y, en la iglesia, pesca un resfriado.» Tenía razón. No había escapatoria.

2 comentarios:

  1. Ya ves, siempre hay posibilidad de elección,... aunque sea entre la peste y el cólera.

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  2. Mientras Uds. sufren una ola de calor , nosotros padecemos unos fríos insoportables de . 2ºC !
    La naturaleza se rebela contra las insensateces del Hombre!
    Chau,
    Silvia.

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