Hoy, en la edición de papel del Correo Farmacéutico, sale publicada una Tribuna de Opinión escrita por mí sobre el polémico tema. Solamente expresa mi opinión, aunque haya firmado como miembro del Grupo de Utilización de Fármacos de semFYC y vicepresidente de SOMAMFyC.
A pocos días de entrar en vigor el RDL 9/2011, las informaciones que determinan su aplicación siguen siendo variables, y los médicos que debemos aplicarlo carecemos de unas instrucciones claras y concretas de cómo realizar su aplicación.
En estos días, hemos hablado desde semFYC y otras sociedades de la falta de isoapariencia entre los medicamentos genéricos. Al prescribir por principio activo, el paciente puede obtener en la farmacia un medicamento genérico de un fabricante determinado. El farmacéutico debería tener el compromiso profesional de mantener ese fabricante a lo largo del tiempo para garantizar la continuidad y facilitar el cumplimiento terapéutico del paciente. Si no es así, y en las sucesivas entregas de la medicación crónica se cambia el fabricante, puede haber problemas. La falta de isoapariencia favorece la confusión en un grupo importante de pacientes. Evitar este problema debería ser uno de los principales objetivos para garantizar una prescripción por principio activo que cumpla los objetivos de ahorro y no sea un problema para los pacientes.
Si el médico prescribe por marca, aunque esté en el precio menor, deberá justificarlo como una excepción. Justificar quiere decir poner trabas y tardar más tiempo en hacer la receta, algo que ya es de por sí lento y farragoso (una receta - una caja). Es bueno que nuestro gestores recuerden que solo 5 autonomías de las 17 tienen una receta electrónica funcionante.
Si el médico comienza un nuevo tratamiento, la prescripción por principio activo no tiene que suponer una traba, salvo el problema de la isoapariencia de los genéricos. La dificultad surge en los cambios de medicamentos con marca que el paciente lleve un largo tiempo de uso, por ejemplo, el famoso Seguril; o aquellos cuyo nombre sea extraño para prescribir por principio activo: por ejemplo ¿quién sabe lo que es el Deanol/Heptaminol 250mg/180mg?
Un tema poco comprensible es la financiación de aquellos medicamentos que no han bajado su precio al menor. Si hay medicamentos en las agrupaciones homogéneas similares ¿por qué hay que seguir financiando el de precio superior? Está decisión rompe la lógica de todo el proceso de prescripción por principio activo y hace perder una oportunidad de que el Sistema Nacional de Salud financie exclusivamente los medicamentos que se ajusten al de precio menor. Si el Estado quiere ahorrar, debe ser claro en sus posiciones, y sobre todo, transparentes para todos los actores y no llenar de excepciones, justificaciones y demás burocracias la prescripción. Se pueden dar situaciones incómodas: el médico prescribe por principio activo pero el paciente quiere una marca de precio superior porque está igualmente financiada y al paciente no le supone ninguna diferencia. Volvemos a poner al médico delante de un conflicto, cuando la decisión de financiación la debe tomar el Estado y todos, pacientes y médicos, atenerse a las reglas económicas prefijadas. De esta forma, todo vale: prescripción por principio activo como norma, si la marca está también a precio menor da igual y si no está a precio menor, lo justificas y ya está. Sería deseable saber cuáles van a ser los criterios de evaluación en la adecuación de los objetivos de las comunidades autónomas. Ya me imagino que serán penalizados los médicos "llenos de excepciones". Como siempre, el médico deberá gestionar los conflictos de financiación en la consulta delante del paciente.
Sin duda, se echa en falta un sistema de prescripción y dispensación que evitara todo este galimatías. El médico prescribe un tratamiento y en la farmacia se lo preparan individualizadamente en frascos con el nombre del medicamento (principio activo) y del paciente por la cantidad prescrita. De dónde saca el medicamento el farmacéutico, será responsabilidad suya (genérico, marca, genérico con marca, con precio menor o sin él) y a qué precio se paga, será responsabilidad del Estado y de los farmacéuticos. A los médicos, evalúenlos por la calidad de la prescripción, es decir, por el principio activo que ha elegido entre los posibles para la patología que ha de tratar.