sábado, 19 de noviembre de 2011

Las suaves colinas de Kampala (VII) El Big Taata

Desamparo. Foto original de Vicente Baos 
Ser gordo en África marca diferencias. Significa ser un privilegiado. En una reciente visita a una escuela infantil, el gobernador de un distrito de Uganda dijo a los desarrapados alumnos: "Niños, tenéis que estudiar mucho para que cuando seáis mayores podáis ser como nosotros, que comemos bien, viajamos en buenos coches y trabajamos en despachos". El señor gobernador no bajaba de los 130 kilogramos de peso, viajaba acompañado de ayudantes y orondas secretarias en relucientes todoterrenos Toyota, incluso los AK47 de sus guardias eran más nuevos que los que portaban los policías habituales.
Twebaze estaba parado frente a una figura impresionante: un hombre de unos 50 años, vestido con un elegante traje, sentado en un confortable sillón que expandía su corpulencia de una forma obscena y rodeado de otros hombres jóvenes de mirada amenazante. Era el Big Taata (el gran padre).
- ¿Qué has venido a hacer aquí? - preguntó en tono sosegado.
- Perdone, solo quería conocer a chicos que estuvieran interesados en el boxeo - contestó Twebaze balbuceante.
- Eres un poco tonto, si no, no te hubieras presentado aquí haciendo ofertas al primero que te encuentras. ¿Quién te manda? -preguntó subiendo el tono de voz.
- Es un amigo que me ha propuesto pagarme por cada chico que consiga que quiera aprender a boxear, nada más- dijo Twebaze asustado. Cada vez se estaba sintiendo más amenazado. Es una dirección de Nakasero Hill lo único que tengo - replicó.
Al decir, Nakasero Hill, el Big Taata cambió de expresión. Incluso sonrió. "Bueno, así es otra cosa, cuéntame detalles". Twebaze explicó lo poco que sabía, incluso que no sabía cuál era su parte en el negocio, que lo hacía para sobrevivir, que él no estaba acostumbrado a estos negocios. Puso voz e imagen de peón. Peón interesado en algo desconocido e incierto.
- El tema me interesa - afirmó Big Taata, dale este teléfono a tu contacto y dile que me llame al número que tiene grabado mañana a las 18 horas. Si nos ponemos de acuerdo, yo te facilitaré lo que quieras: chicos y alguna chica fuerte; tú te llevarás tu comisión y seguiremos colaborando en el futuro. Si algo sale mal y supone un riesgo para nosotros, tú no cumplirás los 30 años, si ibas a llegar - rió, mirando a la claque de matones y niños que estaban en la estancia. ¡Lárgate ahora!
Twebaze volvió dos días después a la misma estancia. Igual de iluminada, el mismo sillón, Big Taata con otro elegante traje y 4 chicos y una chica sentados en un taburete a lado derecho de su excelencia. Permanecían con la mirada baja, vestidos mejor que la mayoría de los niños presentes. Desde los 6 años hasta los 12 años, parecían una escalera de edades y tamaños. La chica debía tener unos 10 años y no estaba desarrollada. Su mirada no era más temerosa que la del resto de los niños. Eran los candidatos, el precio lo desconocía. Él solo debía llevarlos a la casa y cobrar su parte. No era momento para pensar en nada más. El taxi esperaba en las afueras del black hole.

1 comentario:

  1. Muy sórdido lo que está ocurriendo en esta historia...Es escalofriante, seguramente ocurre de verdad, y no hay quien pare esto...

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