La emoción me embriaga. Creía que no iba a ser testigo en lo que me quedaba de vida profesional -más de 10 años, espero- de la entrada en mi consulta de una herramienta que me va a aliviar del sufrimiento de 30 años...firmando recetas, las "putas recetas", ahora que solo me oyen unas 5000 personas diarias.
Un día tras otro, primero a mano unos pegajosos talonarios de 100 unidades, en los que había que arrancar hoja a hoja duplicada el vale-factura para cada cajita de pastillitas que mandaba a mis queridos pacientes. A mano se escribía, de una en una, el nombre y dos apellidos, el número de la Seguridad Social, la fecha de nacimiento, la fecha de emisión, si la caja era grande, etc, etc. Después llegaron unas pegatinas para cada paciente que se pasaba con la tarjeta sanitaria y se ponía en cada receta a mano. Las ROJAS, las VERDES.
Luego llegó el ordenador, con el OMI-AP, para imprimirlas de una manera que ya no había que poner los datos de filiación y la elección de la forma farmacéutica, se hacía "por ordenador", hace unos 10 años. Cambiando cada hojita de receta: de la verde a la roja, al folio en blanco; todo el día cientos de veces, hasta provocarte una tendinitis de los rotadores de tanto extender el brazo para coger las recetitas de las pastillitas que nuestros pacientes toman. Y venga firmar, una y otra vez, 50 veces por minuto era mi estándar.
Hace un año llegaron las AZULES, una auténtica revolución, dado que no había que separar las ROJAS de las VERDES, ya incluían el repago del T01, 02 hasta 05. Mi hombro lo agradeció, solo tenía que cambiar entre AZUL y folio BLANCO.
Y por fin, desde ayer, pongo todas las recetas que quiero, muy atento a la posología y duración del tratamiento, y venga clic y clic y doy a firmar y enviar a Receta Electrónica y saco un papel resumen con toda su medicación que entrego amablemente al paciente. Y no se lleva... el taco de recetas firmadas de antes.
Cuando sale el paciente de la consulta y espero unos segundos a llamar al siguiente: le hago un corte de mangas al taco de recetas que todavía mantengo en mi mesa. porque ninguna alegría es completa: tengo que hacer recetas a los pacientes que tienen medicamentos con visado, a los que tienen estupefacientes, a los que vienen de MUFACE, a los que todavía no ha llegado la tarjeta, a los que vienen de otras comunidades, a los que vienen de otros centros de Madrid que no tiene todavía receta electrónica, a los que "no sé donde tengo la tarjeta".... Uf, no sigo que se me cansa la mano.
Y solo me queda dar las gracias a todos los que han hecho posible que esta realidad haya llegado hoy. Y acordarme, en el peor sentido de la palabra, de todos los inútiles e incompetentes que diseñaron un modelo de receta para España de lo peor, más incómodo y estúpido que he tenido que soportar tanto tiempo. Y de aquellos que diciendo que la receta electrónica iba a estar para el año siguiente y nunca llegaba. Y acordarme de todos los médicos muertos y jubilados que sufrieron esa pesadilla sin haberse podido librar de la recetita por cajita firmada. Que El Hombre del Espacio les haga llegar un mensaje diciéndoles: amigos, vosotros no lo vísteis, pero ahora, por fin, hay un sistema de receta donde pones el medicamento y su dosis, cómo lo tiene que tomar y cuánto tiempo y ya está. El paciente va al farmacia con su tarjeta y el farmacéutico se lo da y así el tiempo que necesite. ¡Aleluya!