Pablo Simón ha escrito un interesante artículo (Para que no todo se desmorone, política y pedagogía) donde reflexiona sobre la situación actual de la atención primaria y hacia dónde vamos y podemos ir, reivindicando una solución más amplia que la reorganización de los aspectos técnicos de los propios centros de salud y de la atención sanitaria pública en general.
Vivimos en una sociedad incluida en un contexto capitalista social y económicamente hablando, con el impacto cultural que ello tiene. ¿Hay algún otro modelo en algún país del mundo, fuera de las anécdotas residuales del comunismo leninista? Creo que no, con formas más democráticas o más falsamente democráticas, con formas dictatoriales directas o caudillistas indirectas esta organización de la sociedad impera y no hay modelos alternativos viables. Solo la socialdemocracia, realizada por partidos más del ala izquierda o de la derecha que acepta la intervención del Estado sobre el mercado para corregir desviaciones que generarían graves problemas sociales, ha conseguido limitar en una pequeña parte la clara injusticia de la mercantilización directa de todos los aspectos de la vida de las personas. Y la sanidad pública es uno de los ejes que en nuestro país ha servido con éxito para establecer una casi igualdad de oportunidades de tratamiento a cualquier enfermedad de toda la población.
¿Y que ocurre ahora en España donde vemos amenazada la atención primaria, dentro de un contexto de deterioro por abandono de los servicios públicos? Las pésimas gestiones que durante años ha realizado todo el espectro político que ha gestionado la sanidad, en recursos humanos y en potenciación del primer nivel asistencial nos ha llevado a una crisis global material pero también de ilusión, de ganas de trabajar en ese contexto.
El diagnóstico se ha hecho muchas veces así como la oferta de soluciones, con nulo impacto en la realidad de cada día, lo que aumenta tras la pandemia la frustración y el abandono de muchos profesionales.
Pablo Simón define una atención primaria íntimamente ligada a objetivos de lucha social por los servicios públicos en conjunto. Creo que uno de los problemas fundamentales de la atención primaria en España ha sido no haber sabido hacerse imprescindible al conjunto de la sociedad, ir perdiendo clase media que contrataba seguros médicos. La culpa no es de nosotros (el ejemplo MUFACE es un buen indicador de la culpa de los políticos PSOE, PP y nacionalistas) pero fuera de ese entorno hemos ido retrocediendo.
A los nuevos médicos de ahora, han pasado 40 años desde el inicio de la Medicina de Familia no se les puede pedir que tengan los mismos planteamientos porque el tiempo pasa y las utopías de juventud casi nunca se han cumplido, incluida ésta. Conocer los clásicos es imprescindible para formar conciencia de identidad, reconocer los trabajos que avalan nuestro beneficioso papel en nuestra sociedad es la vía para que se mantenga una organización sanitaria que garantiza un acceso universal a todos los pacientes. Exigir que se alcancen esos objetivos es lo que hay que pelear.
La organización de la atención primaria en Francia, e incluso en el Reino Unido es muy diferente a España. Se centran sobre todo en la atención clínica de su población. Con problemas en todos los sitios, creo que deberían ser los modelos a imitar. Las pensiones, la educación pública, los servicios sociales son parte de la sociedad pero no son responsabilidad de los trabajadores de la atención primaria. Como individuos coincidirán o no con los planteamientos de sus reivindicaciones pero no es todo un mismo paquete. Puede serlo en cada individuo pero globalmente, no. Atendemos pacientes con los que coincidimos o no en los planteamientos ideológicos y sociales pero ese elemento no forma parte de mi atención.
Nunca me atrevería a pedir uniformidad de pensamiento para ser un buen médico de familia o para organizar la atención primaria española.