Del Bosque es de Salamanca, como yo; de Garrido, de un barrio del que a mí siempre me hubiera gustado ser. Donde se fuma jachís del malo, se bebe ron de garrafa, y se folla detrás de las tapias. Ya ha pasado al imaginario de la ciudad que siempre quise que fuera mi ciudad y que sin embargo, no ha pasado de ser una ciudad cateta, mojigata y que no se deja besar en la primera cita. Pero ya forma parte Vicente, de la historia de los ilustres de la ciudad. Ya está al lado del Lute, de Carmen Martín Gaite, de Unamuno, de Fernando Arrabal y de Filiberto Villalobos. Qué cansino es el fútbol, pero qué bonito es a veces.
A raíz de mi comentario anterior, me ha dicho el Doctor Manuel Comesaña que ya no existe el descampado donde íbamos los de mi pandilla a ver follar a las parejas. Él, cuando advertía nuestra presencia, se subía apresuradamente los pantalones y nos tiraba piedras a la cabeza. Ella, se iba a casa a poner agua a calentar para unos macarrones, que es lo que hay que hacer después de hacer el amor. Hoy ya no existe el descampado ni la tapia. Me ha dicho que han puesto un Corte Inglés.
Felicitaciones!!!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo desde Argentina.
Marisa
¡Vivan Salamanca, Móstoles y La Masía! ¡Visca Fuentealbilla!
ResponderEliminarDel Bosque es de Salamanca, como yo; de Garrido, de un barrio del que a mí siempre me hubiera gustado ser. Donde se fuma jachís del malo, se bebe ron de garrafa, y se folla detrás de las tapias. Ya ha pasado al imaginario de la ciudad que siempre quise que fuera mi ciudad y que sin embargo, no ha pasado de ser una ciudad cateta, mojigata y que no se deja besar en la primera cita. Pero ya forma parte Vicente, de la historia de los ilustres de la ciudad. Ya está al lado del Lute, de Carmen Martín Gaite, de Unamuno, de Fernando Arrabal y de Filiberto Villalobos. Qué cansino es el fútbol, pero qué bonito es a veces.
ResponderEliminarA raíz de mi comentario anterior, me ha dicho el Doctor Manuel Comesaña que ya no existe el descampado donde íbamos los de mi pandilla a ver follar a las parejas. Él, cuando advertía nuestra presencia, se subía apresuradamente los pantalones y nos tiraba piedras a la cabeza. Ella, se iba a casa a poner agua a calentar para unos macarrones, que es lo que hay que hacer después de hacer el amor. Hoy ya no existe el descampado ni la tapia. Me ha dicho que han puesto un Corte Inglés.
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