Cuando una persona relevante o conocida en los medios de comunicación fallece de, probablemente, un cáncer, los periódicos suelen emplear el término: ...tras una larga enfermedad o cualquier otro eufemismo similar. No nombrar, pero sin embargo, intuir tras esas palabras el origen tumoral de la muerte, sigue siendo una norma no escrita de lo socialmente correcto.
No hace falta. Las personas fallecen de diversas causas, a edades tempranas o tardías, por tumores, infartos o demencias. Si se quiere recordar la figura o su obra, los periodistas deberían dar noticia de su muerte y de los hechos por los que es relevante su persona, sin nombrar la larga o corta enfermedad que ha provocado su fallecimiento. Afortunadamente, no todos los periodistas caen en el tópico.
Con todo el respeto a la fallecida, de mi misma edad, cosa que siempre te da un ligero escalofrío.
Igual que ha sucedido con el cantaor Enrique Morente hace poco. Aún hay mucha superstición en la sociedad y las enfermedades.
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