Luis Palomo tuvo la amabilidad de entrevistarme para la revista Salud 2000 que edita la Federación de Asociaciones para la Defensa de Sanidad Pública (FADSP). He aquí la entrevista que se ha publicado en el número de Marzo:
Vicente Baos Vicente, (Madrid, 1958), es medico de familia en Collado Villalba (Madrid) desde hace 17 años, aunque hace alguno más que acabó la residencia (1984-87) Además coordina el área de medicamentos de la SemFyC y dirige el conocido blog El Supositorio, que es una de las fuentes de información más actualizada, diversa y comprometida con la racionalidad en el uso de medicamentos en nuestro país. Vicente Baos es una persona de referencia en todos los aspectos relacionados con prescripción y política farmacéutica, por lo que es habitual seguir sus intervenciones en muchos congresos y foros profesionales.
Dr Baos, ¿de dónde le viene su interés y dedicación a los temas relacionados con el medicamento y la prescripción?
En el año 1991 obtuve una beca FIS para investigar la racionalidad de la medicación parenteral que se administraba en los servicios de urgencia extrahospitalarios los fines de semana en Madrid. El tipo de medicamentos que se usaban era caótico y absurdo. A raíz de ese inicio seguí trabajando en el uso racional de los medicamentos -así se decía entonces- y dirigí en el año 1994 la Guía de Uso de los Medicamentos en Atención Primaria editada por semFYC y el Ministerio de Sanidad. Fue la primera obra-revisión de recomendaciones terapéuticas para el médico de familia. He realizado muchas publicaciones y un libro sobre automedicación dirigido a pacientes (Sin Receta-1996). Mejorar la calidad de la prescripción del médico de familia y ayudar a la población a un uso responsable de los medicamentos han sido y son mis áreas de trabajo preferentes. Además de pasar consulta todos los días.
A su juicio, ¿Dónde radican los mecanismos responsables del gasto farmacéutico en España?
Digamos mejor, los mecanismos responsables de un gasto farmacéutico ineficiente. En la cúspide de la responsabilidad está la fijación de precios y condiciones de financiación de los medicamentos por parte del Ministerio de Sanidad. La no existencia de una valoración farmacoeconómica comparativa entre distintas opciones de tratamiento de un proceso y ser todas financiadas por igual, introduce un elemento perverso. La existencia de medicamentos de marca a un precio superior al genérico que siguen financiados es otro despilfarro. La ausencia de una agencia evaluadora global sobre las actividades clínicas y terapéuticas, como el NICE británico, es otro elemento de ineficacia. Los médicos, de cualquier especialidad, no siempre comparten la idea de trabajo conjunto para mejorar un sistema público. Por falta de rigor, por interés y beneficio personal, por comodidad o por cualquier otra razón comprensible pero no adecuada, muchos médicos contribuyen a un gasto ineficiente. Las autonomías, como responsables de la gestión sanitaria pública, son muy diversas; con grandes asimetrías en cuanto al esfuerzo por mejorar las condiciones laborales y profesionales que permitan un ambiente positivo de esfuerzo conjunto. La demagogia impera y se toman decisiones populistas para captar votos que no contribuyen a un uso racional. También la demanda y las expectativas de los pacientes respecto a los medicamentos, y a la terapéutica en general, es excesiva en muchos casos. Hay que hacer un gran esfuerzo educativo al respecto.
¿Podría citarnos algún ejemplo de medicamento o grupo de medicamentos donde la variabilidad en la prescripción médica resulte inexplicable?
La terapia de la osteoporosis es un maremágnum de fármacos sin jerarquizar, indicados mayoritariamente en pacientes donde su beneficio es más que dudoso, que suponen uno de los ejemplos más claros de variabilidad y mal uso terapéutico.
Realmente se puede pensar que se inventan enfermedades para poder vender nuevos fármacos
El concepto, más que la invención pura que suena más a chiste, es la exageración de la magnitud y de la importancia de algún síntoma o hecho vital. La ampliación de los mercados farmacéuticos es inherente al agotamiento de los nichos terapeúticos clásicos (HTA, etc) y la necesidad de las empresas farmacéuticas de generar beneficio económico, algo que no es lo mismo que beneficio social. Las cosas funcionan así. La sociedad renueva móviles, ordenadores, crea nuevas necesidades (estar conectado todo el día con el móvil a Facebook y Twitter, etc); lo mismo ocurre en salud. El que no corre hacia delante, se cae. Esa lógica empresarial, y de toda la sociedad, impera también en los temas sanitarios.
Siguiendo con este razonamiento, ¿el consumo de medicamentos estaría determinado más por la oferta que por la demanda?
Hay demandas inducidas por necesidades sociales manipuladas, pero no es tan simple. El devenir de una sociedad no está solamente determinado por unos actores. Las relaciones humanas, económicas, sociales en general, van poniendo las prioridades en un plano distinto en cada momento histórico, y la salud no está ajena. El sistema sanitario público está diseñado para que nadie quede fuera de un mínimo de atención o quede sin ser tratado de una enfermedad grave o cara. Pero al masificarse, al disponer de ella sin un coste directo sensible al paciente, el abordaje de los problemas se simplifica por falta de tiempo o de posibilidades reales de actuar en las condiciones de que disponemos; por ello, la respuesta farmacológica es la más directa, sencilla y además financiada. ¿Cómo abordar de otro modo los problemas de ansiedad, depresión, fibromialgia o cualquier otra patología que se beneficiarían de otras aproximaciones? El consumo de medicamentos es la vía rápida para limitar el tiempo y la dedicación que los problemas de salud en su dimensión global necesitan. Es lo que ofrece el sistema sanitario, y es insatisfactorio en muchos casos.
¿Qué nivel de confianza nos deben merecer los organismos públicos que regulan la aprobación de medicamentos: FDA, EMEA,…?
Debe ser alto porque no hay más remedio. Debemos confiar en su honestidad y preparación científica. Sin embargo, cualquier decisión controvertida, hoy en día, es sometida al escrutinio de la comunidad científica con gran rapidez, en publicaciones, blogs, etc. Vivimos en un mundo donde la opinión diferente y discrepante ha encontrado vías de comunicación masiva y eso hace más democrático todo, incluidas las decisiones relacionadas con los medicamentos.
¿Piensa que la administración sanitaria tiene la obligación de impartir formación actualizada, rigurosa y transparente sobre la adecuación de las decisiones clínicas en general y terapéuticas en particular?
Ciertamente, sí. Aunque estemos en malos tiempos para pedir más a la Administración, su deber institucional es velar por el liderazgo en formación continuada de calidad. Tiene personas preparadas y debe sacar el jugo a todas las herramientas disponibles hoy en día. Esfuerzo y originalidad es lo hace falta. Algo que no siempre se ve.
¿Qué papel atribuye a Blogs como el suyo?
La posibilidad técnica de realizar páginas web con plantillas sencillas y alojamiento gratuito ha supuesto una revolución en la difusión de opiniones y la divulgación científica. Mi interés es contribuir a ello. Es un espacio libre donde se pueden volcar noticias, comentarios, análisis críticos que permitan mejorar algo nuestro trabajo como profesionales y aportar algo a los debates de organización sanitaria. Además, es divertido. Saber que un gran número de personas coinciden con tus comentarios, y de esa manera se favorece una corriente de opinión, es muy satisfactorio. La blogosfera sanitaria ya es suficientemente amplia para ser influyente. Iniciativas como Gripe y Calma sobre la gripe A, actualmente Mi Vida sin Ti sobre el tabaco y otras, son ejemplo de activismo social en la red con gran impacto general, reflejo en los medios de comunicación y además, gratis, sin ánimo de lucro, sin influencia de la Administración o ninguna industria, es decir, libre de verdad.
¿Podría sugerir alguna medida para racionalizar el uso de medicinas financiadas con fondos públicos?
Quizá soy muy radical, pero después de sufrir los recortes salariales en aras de la mejora de las finanzas del país, creo que en medicamentos se puede hacer mucho más, no dejándose amedrantar por la industria farmacéutica y los Colegios Farmacéuticos. Sin estudios farmacoeconómicos favorables no deberían ser aprobadas nuevas terapias, no se deberían financiar medicamentos con marca que mantengan un precio superior al genérico, se deberían retirar definitivamente de la financiación todos los medicamentos de eficacia dudosa (todavía quedan muchos), se deberían hacer guías estrictas para el uso de los medicamentos en patologías comunes y abordaje controvertido (osteoporosis, por ejemplo).
Para terminar con una noticia de actualidad, ¿qué opinión le merece la nueva legislación sobre la receta médica?
Ha sido un fiasco y una tomadura de pelo. Desde hace años, y he participado directamente en ello, se han presentado al Ministerio multitud de propuestas que eliminasen muchas de las disfunciones relacionadas con la receta que sufrimos los médicos de familia: sobre visados, sobre receta estupefacientes, modelos multiprescripción (en receta electrónica o papel). Todos ellos, dirigidos a reducir la carga burocrática y aproximar el modelo español de receta al vigente en la mayoría de los países europeos. No han hecho ni caso. La imposibilidad de cambiar los sistemas de facturación ha sido siempre el obstáculo. La receta electrónica abre un horizonte nuevo, pero no es la solución. Son sistemas complejos que no poseen un diseño fácil y breve. La relación envase/receta sigue siendo intocable. Se propusieron muchas cosas y ninguna ha sido recogida. Lo único positivo es la homologación de la receta privada.
Gran entrevista. Felicidades.
ResponderEliminarMuchas gracias por la entrevista, suscribo totalmente tu opinión. Felicidades
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