Empieza la temporada. Junto a los virus invernales que hacen estragos en las familias, comenzando por los niños y siguiendo por los progenitores, abuelos, maestros, cuidadores, etc.; aparece la temporada de anuncios destinados a la orgía consumista de los regalos de Navidad. Y para hacer la prueba he estado media hora viendo una de las cadenas monográficas en la TDT.
De los muchos juguetes que he visto desfilar en los anuncios me han llamado la atención dos: Don Barrigón y Antón Zampón. Son obesos y protagonizan dos juegos muy simples.
Don Barrigón se tira a la piscina, lo que provoca al estar tan gordo que las figuras de las casillas adyacentes se salgan de su sitio.
Antón Zampón es un cerdo... y come hamburguesas. Según el resultado del dado, le van metiendo hamburguesas-ficha hasta que le revienta... el cinturón.
Bien. No entro en la supuesta diversión que estos juegos pueden provocar en los niños, la edad me impide entenderlo.
¿Hay algún objetivo más allá del visible? Estas figuras ¿provocan el rechazo infantil por estar gordos? ¿es un mensaje subliminal para que los niños coman bien y no estén gorditos? ¿hay un mensaje de que no comas muchas hamburguesas porque te vas a poner como Anton Zampón?
Muchas preguntas. Probablemente no hay nada subliminal ni educativo. Solamente es una chorrada que se les ha ocurrido a los fabricantes para vender un cachivache más a precio de oro y que a la media hora de uso, el niño está aburrido del juguete.
O al menos, yo lo veo así.
Un espanto. No me imagino que alguien quiera jugar con eso...
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