"Soy un psiquiatra. Lo he sido durante 27 años. Estoy completamente exhausto. Años y años escuchando a los pacientes...."
De tarde en tarde, como una rara avis que descubres por recomendación, aparece una película demoledora, fascinante, inquietante, de las que no se comentan en las noticias y muy pocos conocen. Gracias a mi hijo, estudiante de Comunicación Audiovisual, he conocido la perturbadora Du Levande (La Comedia de la Vida) del director sueco Roy Andersson. La película es de 2007 y fue candidata de Suecia al Oscar a la mejor película extranjera, además de haber sido presentada en el festival de Cannes.
En un fresco de personajes y situaciones diversas, vamos desde el esperpento y el humor negro a la reflexión descarnada sobre la condición humana, en una Suecia repleta de un feísmo triste y vulgar.
En ese crisol, aparece un psiquiatra que llega a su consulta y hace en minuto y medio una declaración terrible: está exhausto de escuchar a los pacientes, de que quieran ser felices cuando son egoístas, que quieran que se les ayude a ser felices, gastando horas y horas en esa terapia cuando no es posible; y ya no lo hace, solo da pastillas, cuanto más fuertes, mejor. La escena acaba abruptamente, sin nada más que añadir.
La estética de Andersson, desde sus anuncios comerciales a sus cortometrajes es simbólica y austera. Por ello , más demoledora.
¿Cuántos médicos, de cualquier especialidad, han llegado a similares conclusiones? ¿Cuántos están "exhaustos" de la relación terapéutica y la carga emocional y de interacción personal que conlleva el oficio médico? ¿Cuántos detrás de ese concepto de "estar quemado" hay de rechazo a la relación con los pacientes y a la gestión emocional de la misma?
Mantener una actitud y una relación empática con los pacientes es un esfuerzo y una dedicación. Todos sabemos que cuando una consulta lleva muchas horas y muchos pacientes atendidos, es difícil mantener la frescura intelectual y la disponibilidad y ganas de comunicar que todo paciente se merece.
Los enfermos valoran como un valor imprescindible tener una relación afable y comunicativa con sus médicos, y nadie dudamos de su valor terapéutico y humano. Pero, como decía Salvador Casado en El final de la vieja medicina, el presente y futuro profesional dificulta cada vez más la existencia de unas condiciones que ayuden a que, médicos y pacientes, establezcan esa relación.
Es bueno hablar de la fatiga de los médicos. No hay que tapar una realidad. Interaccionar día a día con la vida de miles de personas -en la medicina de familia el abanico de situaciones es muy amplio- y gestionar frustraciones, miedos, inseguridades, angustias, tristezas, desencantos, dolor, genera fatiga y, a veces, algo más que una distancia profesional sobre los problemas de los demás, rechazo.
Quizás son reflexiones propias de los médicos con muchos años de ejercicio profesional (31 años desde que inicié el MIR) pero he visto gente muy joven sintiendo esa sensación y sufriendo por ella.
La solución es sencilla y complicada: tener una vida propia satisfactoria y encontrar unas condiciones de trabajo que permitan dosificar y adecuar las necesidades de todos.
Otra muestra más del inquietante Roy Andersson, con subtítulos en español: Un mundo de gloria
El próximo 1 de agosto hará 30 años que desempeño mis funciones atendiendo el mismo cupo de Medicina de Familia, primero en el Consultorio y luego en el Centro de Salud de La Alberca. A eso hay que sumarle casi 8 años de destinos varios. El cupo, lógicamente, es algo mudable. Muchos se fueron de la pedanía, otros muchos se han ido muriendo, otros nuevos enfermos los van reemplazando, me siguen llegando chicos y chicas de 14 años al abandonar la Pediatría. En bastantes caso, he llegado a conocer y a atender a cuatro generaciones y he visto, al igual que dice la maldición bíblica, como los desastres de los padres se perpetúan en los hijos. ¿Estoy cansado? Podría dar como respuesta un sí rotundo pero el cansancio he llegado a asumirlo formando parte del destino, lo que la vida y su devenir me han impuesto. Y así lo acepto y acudo cada mañana a la consulta con una paradójica mezcla de apatía y de ilusión para seguir oyendo viejas historias y para seguir viendo otros rostros cansados. Una mirada frente a frente cuando ya hemos traspasado la frontera del médico-enfermo para ser meras personas dentro de la infinitud, para convertirse en portadores de ese cansancio eterno que siempre ha acompañado a la humanidad. Y si se me permite la vanagloria, pienso que cuando pasen, si la vida y la salud lo consienten, los tres años que me faltan, ya no vendrá nada. Solo nuevos cansancios y nuevos rostros cansados.
ResponderEliminarEmocionantes palabras.
EliminarImpresionante....has descripto parte de mi vida profesional de 33 años ya, de una forma tremenda.
EliminarY sin buenas noticias de momento. Se ha publicado en Cochrane hace unos días una revisión sobre el tema: Preventing occupational stress in healthcare workers.
ResponderEliminarhttp://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25847433?dopt=Abstract
Aunque interesante, sus conclusiones son poco optimistas.
"No existe evidencia de que las técnicas cognitivo conductuales y la relajación mental y física reduzcan el estrés más que algunas intervenciones alternativas, aunque existe evidencia de baja calidad sobre la obtención de mejores resultados que la ausencia de intervención. También hay evidencia de baja calidad sobre la reducción de la tensión asociada a los cambios de horarios. Otras intervenciones de tipo organizativo no tienen efecto sobre los niveles de estrés. Se necesitan más ensayos controlados aleatorios con al menos 120 participantes, que comparen la intervención con una intervención placebo. Las intervenciones institucionales necesitan un mejor enfoque en la reducción de los factores de estrés específicos."
Muy difícil de cambiar y de evaluar.
EliminarTengo 42 años, llevo ya 15 años como medico de familia...y 3 de especialidad. Los últimos 6 años ejerciendo como médico en hospitalización a domicilio, donde casi un 30% de los pacientes son agudos, otro 30% son crónicos con reagudizaciones y otro 30-40% son con diagnóstico de cáncer de los q casi la mitad podrían considerarse en siruacion paliativa terminal. Últimamente veo cómo ha cambiado el perfil de paciente y sobre todo el entorno sobre él: antes solían ser cuidadores remunerados y no familiares, ahora suelen ser familiares directos: o bien cónyuges ya mayores que les sobra amor, pero les falta fuerza para sobrellevar la situación o hijos q se han quedado sin trabajo y cuidan a sus padres...a éstos últimos no les falta la fuerza física, sino la psicológica para estar atentos del cuidado de sus propios hijos y de su futuro para ver cómo encontrar trabajo. Noto a los enfermos más agotados emocionalmente, más embotados. Cada vez más frecuentemente veo claudicaciones familiares por la imposibilidad de mantener una situación que les desborda (xq de fondo ya llegan muy tocados). Noto que descargan más en el personal sanitario cosas q antes los cuidadores remunerados aguantaban más. Son más demandantes, cosa hasta cierto modo entendible, pero eso hace que el nivel de stress que tenemos sea mayor, pues ahora ya no sólo tratas síntomas físicos y emocionales del paciente, sino q a veces incluso hay q hacer terapia familiar y todo ésto te lo vas cargando a la espalda. A todo ésto no sueles recibir el apoyo de la institución, sólo que hay q cumplir y seguir...alguien cuidará del cuidador?
ResponderEliminarTengo 30 años de médico y 26 de Psiquiatra, y nunca me he cansado de atender a mis pacientes, al contrario disfruto mucho atendiendolos, no lo siento como un trabajo y me siento muy bien ayudándolos. Yo creo que se trata de una situación de vocación
ResponderEliminarYo, que no tengo nada que ver aquí porque soy profesora, subrayo las palabras de Juresaga. Es cuestión de vocación, sí. Tengo amigos profesores que están hartos de su trabajo, yo llevo casi veinticinco añosddando clase y de cansada nada, voy a clase con tenga y veo conucha satisfacción cómo les gusto y cómo aprenden conmigo... A pesar, cómo no, de haber tenido alumnos a los que quise arrancar el pescuezo!! Pero la vocación me lleva a clase diariamente con la energía de la ilusión y la veteranía. Hay profesiones que solo pueden ejercerse cuando se ama al ser humano.
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