domingo, 8 de noviembre de 2015

En el inframundo del mar Egeo

Uno de los asuntos más trascendentes e importantes que están ocurriendo en Europa ahora mismo: la llegada masiva de refugiados e inmigrantes, pasa de la actualidad en las noticias al olvido, de las cumbres "urgentes" de los dignatarios europeos sin decisiones a la realidad de la llegada del frío a las calles y caminos de Centroeuropa, llenos de personas deambulando para llegar a la Arcadia alemana o  sueca.
Y sigue habiendo un punto de entrada en la isla de Lesbos que recoge cada día escenas dramáticas de ahogados y de gente exhausta que ha superado la prueba de pasar el mar para llegar al territorio europeo. La fotografía del niño Aylán en la costa turca nos presentó la cruda cara de la muerte al intentar pasar el mar Egeo en frágiles barcazas, provocó un movimiento de solidaridad en toda Europa, y después, la rutina de las imágenes de gente sufriendo por el frío y la lluvia, por el goteo de muertes en el mar y el caos organizativo. 

Hay un éxodo de miles y miles de personas que están abandonando Siria y los campos de refugiados en el Líbano para llegar a Europa. Acompañados de otros olvidados como son los afganos que no desean vivir en un país medieval y opresor que la maquinaria militar occidental no ha conseguido cambiar.
Los éxodos de miles de personas de algún país siempre se han motivado por una mezcla de razones locales (etnias, religión, poder político, intereses regionales) y una pasividad o impotencia de la comunidad internacional. Tanto Afganistán como Siria e Irak, como antes Ruanda, Somalia y otros tantos, han soportado y soportan tragedias políticas y militares de difícil solución. 

¿Y su población qué puede hacer?

Muchas personas con un buen nivel cultural y social, jóvenes con decisión y ambición de futuro,  han decidido huir, abandonar su país a su suerte y salvar su propia vida buscando un nuevo horizonte. Éstas han sido siempre las razones de la emigración. 
La vieja Europa, la desigual Europa de alta prosperidad en el Norte y pobreza relativa del Sur tiene que hacer frente al desafío. En España, entraron entre 1996 y 2013 casi 5 millones de emigrantes, con un ligero descenso en los últimos dos años. Años de "bonanza económica" que se derrumbaron provocando la terrible crisis de paro y empobrecimiento actual. Alemania pretende integrar a casi 1 millón de personas en un año. Otros países rechazan totalmente la llegada de refugiados y crean barreras ilusorias. Grecia, tras su vuelta al redil económico europeo y a las reglas de juego que dicta la Comisión Europea, hace frente con sus escasos recursos a la entrada de miles de personas por sus islas cercanas a Turquía.

No parece fácil integrar todos los elementos: políticos, sociales, económicos, de justicia y acogimiento al que huye. Sin embargo, cada uno de nosotros debemos pensar en lo que haríamos en su misma situación: huir, salvar la vida aunque sea arriesgándose a perderla, sobrevivir en una sociedad extraña en idioma y costumbres, seguir viviendo.

Ningún país puede pretender vivir aislado en un mundo ideal sin mezcla, sin incertidumbre. La historia de la humanidad ha sido y es, caótica e injusta. Creíamos que íbamos a quedarnos para siempre con el bienestar de los últimos 50 años. Parece que no.

Ni siquiera es suficiente con luchar contra la injusticia en tu propio país, la injusticia global afectará a la injusticia en tu propio país. Tiempos oscuros.


Aris Messinis, fotógrafo de AFP en Grecia tiene un timeline de fotos en su cuenta de Twitter realmente impresionante. Una isla de Lesbos oscura, donde parece que el cielo está siempre nublado y no luce el sol. Donde las piedras volcánicas y las aguas negras reciben los cuerpos ahogados a la entrada del Hades. 

1 comentario:

  1. Gracias por esta entrada, Vicente. La felicidad (si existiera) es grupal, o no es.

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