En 2005 visité Japón. Tokio, Kyoto, Nara, Hiroshima fueron la ciudades recorridas. Un maravilloso país, una maravillosa gente. Son los tópicos que se suelen emplear, pero en este caso, es cierto. No viví ningún temblor y el paisaje, los templos, la organización ciudadana, todo en general, fue excelente.
La ciudad de Hiroshima no tiene ningún atractivo especial (totalmente reconstruida tras la explosión), salvo la isla de Miyamiya y sus templos, pero me pareció de visita obligada al recorrer el único país del mundo donde su territorio y su población han sufrido el ataque nuclear intencionado. La visita al Museo de la Paz de Hiroshima debe provocar en cada visitante la cercanía, el horror de la destrucción atómica.
Durante estos días, los japoneses viven de una manera serena, ordenada y disciplinada, la hecatombe natural que les ha sobrevenido por el terremoto y el tsunami posterior. La amenaza de las centrales nucleares dañadas se cierne sobre ellos como una sombra, como un precio caro a pagar, por su desarrollo económico y prosperidad.
Mi solidaridad y mi recuerdo para Japón.
Os pongo dos miniclips grabados en este viaje.
Untitled from Vicente Baos on Vimeo.
Templo de Mijamiya from Vicente Baos on Vimeo.
¿De qué pasta están hechos los japoneses? ¿Qué hubiera pasado aquí si aún andamos enredados con memorias históricas y cosas similares?
ResponderEliminar