Twebaze entró en The Forest abriéndose paso con firmeza. Tras unos minutos adaptándose a la escasa luz de las bombillas de bajo consumo del local, sorteó las numerosas mesas donde los clientes bebían waragi y se acercó a la barra. La música de Ragga Dee inundaba el ambiente anulando las escasas conversaciones que se producían entre sorbo y sorbo.- Estoy buscando a Mbazazi, ¿puedes decirme quién es? - preguntó al camarero.- Vendrá dentro de un rato - contestó, mirándome fijamente. Quédate en esa esquina y yo te avisaré cuando llegue - indicó con un gesto rápido.Fumar en los lugares públicos está prohibido en Uganda. Fumar delante de otras personas está mal visto en Uganda, es signo de persona peligrosa y arrogante. Dentro del bar, nadie se atrevía a romper la regla. El alcohol barato corría con generosidad y pocos podían permitirse el lujo de beber cerveza local o importada.Al poco rato, el camarero hizo una seña a un hombre alto y muy delgado que acababa de entrar. Debía ser Mbazazi.- Tú eres Twebaze, ¿verdad? - dijo mientras le daba un doble abrazo, el saludo amistoso de Uganda.- Sí - contestó un poco intimidado por la diferencia de altura.- Vamos a salir de aquí y te voy contando lo que necesito de ti - afirmó mientras le sacaba del bar dándole la mano. En mi coche podremos hablar sin toda esta gente y este ruido.El coche estaba mal aparcado cerca de un cruce de caminos. Se incorporaron al tráfico general forzando un giro, sin que nadie se molestase. En el caos del tráfico y el atasco funciona una cortés ley del más fuerte o el más osado.- Bueno, Twebaze ¿te ha contado algo nuestro amigo del trabajo? - preguntó en tono suave.- Nada - contestó, mientras intentaba disimular mi necesidad de cualquier trabajo.- ¿Conoces bien la noche de la ciudad? - preguntó dirigiéndole una fugaz mirada.- Sí - respondió. Pero no tengo mucho dinero para salir.- ¿Y el boxeo, te gusta? - dijo rápidamente.- No he ido nunca a verlo, pero aún recuerdo la foto de Idi Amin cuando era campeón de los pesos pesados que tenían en el orfanato - contestó.Siguieron conduciendo un buen rato, dando vueltas sin sentido, inmersos en el atasco de furgonetas-taxi, camiones que traen el petróleo de Kenia y peatones que cruzan por donde pueden. Al cabo de un rato, se encontraban en Bwaise, el barrio más pobre de Kampala. Las luces habían disminuido a su mínima expresión, sin embargo, la marea humana parecía haber crecido. Pequeñas fogatas alumbraban a los grupos que charlaban e intercambiaban objetos. Mbazazi paró el coche en una pequeña área elevada donde se podía tener una vista general de la entrada al barrio.- ¿Tú no naciste aquí, verdad? - preguntó mirándole a los ojos. Pero conoces bien la zona y su gente - afirmó sin esperar su respuesta.- Aquí los niños lo pasan muy mal. Roban, inhalan pegamento, se pelean entre ellos por la comida. La vida de la calle es muy dura y queremos ayudarles. Una forma de hacerlo es con el boxeo ¿entiendes?.....(continuará)
domingo, 9 de octubre de 2011
Las suaves colinas de Kampala (II). A la luz de la fogata
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Impactante la foto.
ResponderEliminarMuchos niños, uno solo sonríe.
Esta a la izquierda del observador.
Un abrazo.
siempre me impactan estas fotos.. Son miradas que llegan al corazón.. Graciasssss por tan extraordinario relato y tan bellas fotografías...
ResponderEliminarAqui te dejo el enlace de mi post:
MIRADAS QUE LLEGAN AL CORAZÓN
http://elrincondeceditas.blogspot.com/2012/02/miradas-que-llegan-al-corazon.html
Saludos desde Madrid