La comida y la amiga Foto original de Vicente Baos |
Twebaze estaba empapado en sudor. Tras el esfuerzo de la
caminata, la conversación con la enfermera le había puesto nervioso. Si ella o
los médicos llamaban a la policía, se vería en un lío dando explicaciones.
Aunque luego no pasara nada, no le convenía que por sus palabras se molestara a
los organizadores de la pelea. Se imaginaba a Tagan y a su amigo Mbazazi
pidiéndole explicaciones de una manera que prefería no imaginar. Empezaba a
valorar si salir corriendo de allí sería la mejor idea. Ya se encargarían en el
Hospital de Nabulungi. Sin embargo, pensó que no podía hacerle eso a la niña.
No podía evitar que la imagen de su hermana Kissa siendo arrastrada por los
hombres del LRA volviera a su mente. Nabulungi le recordaba demasiado ese
episodio. Buscó una silla vacía y se sentó agazapado, intentando pasar
desapercibido entre los familiares y amigos de las personas que esperaban.
Nabulungi fue llevada a otra sala más grande con cerca de 15
camillas donde hombres y mujeres estaban separados por una gran cortina de hule
blanco desgastado que iba desde el techo hasta el suelo. En el lado femenino se
amontonaban dos parturientas, una niña con signos de estar drogada con
pegamento y otra mujer que tenía una herida de arma blanca en la cara y los
brazos. El médico preguntó a la enfermera que le traía.
- Es una chica noqueada. Creo que viene de alguna pelea
organizada. Lleva un pantalón de boxeador profesional demasiado grande. Está
muy atontada y dormida. Parece que tiene el labio partido y un gran hematoma
por detrás en la cabeza. Respira y mueve los brazos y piernas.
- Vale, lávala la cara y déjala en una esquina. No parece
que está muy mal - contestó mientras su atención se dirigía a las parturientas.
Twebaze tenía el teléfono móvil en su mano. Dudaba si debía
llamar a Mbazazi y pedir instrucciones en el caso de que la policía le
preguntase. Al fin se decidió. Así no se equivocaría con lo que hiciese.
- Perdona Mbazazi que te llame ahora. Estoy en el hospital
con Nabulungi y no sé qué hacer si me preguntan sobre la pelea ¿qué digo?
- Tú eres imbécil - contestó airado ¿Por qué has ido allí?
Nadie debe saber nada de estas peleas. Si dices algo, eres hombre muerto. Sal
de allí con la chica y aléjate del hospital. Yo voy con el coche y te recojo en
la esquina sur del centro. Por tu propio bien, date prisa - afirmó airado y
amenazante.
Casi temblando, Twebaze tomó la decisión de entrar a coger a
Nabulungi. El único policía que veía estaba distraído oyendo la radio con su AK
47 en las rodillas. Parecía desinteresado sobre todo lo que ocurría a su
alrededor. Aprovechando la salida de un paciente con muletas, atravesó las
puertas de doble hoja que daban hacia la sala de los enfermos. Discretamente,
buscó el área de las mujeres. Se colocó lentamente al lado de Nabulungi
mientras veía que las enfermeras se llevaban a las parturientas a otra sala.
- Nabulungi, tenemos que irnos. Es peligroso para los dos
¿Me oyes?
- Si, estoy muy mareada - contestó débilmente.
Cogiéndola en brazos de nuevo, fue hacia la salida,
despacio, hasta que oyó un grito.
- ¿Dónde vas tú? ¡Ehh! ¡Policía! - gritó la enfermera que
les había recibido a la entrada.
Twebaze echó a correr justo cuando pasaba delante del
policía que miraba sorprendido y contrariado. La enfermera también iba andando
todo lo deprisa que le permitía su oronda obesidad.
Salieron rápidamente hacia los jardines. El policía miraba a
la enfermera esperando a que le diera alguna instrucción que justificase
disparar o salir corriendo tras ellos, algo que claramente no le apetecía. La
enfermera, jadeando y viendo alejarse a los dos, señaló al policía con un gesto
que daba igual, que los dejase ir. Ambos volvieron al interior del
hospital.
Cada escena está muy bien descrita...y francamente es descorazonador pensar en que hay niños que llevan vidas similares plagadas de abusos y de alguien que de vez en cuando les tiende una mano, aunque sea por conveniencia...para obtener algo...y una se pregunta cómo podemos exigirle una adultez sensata...con buenos sentimientos...sin "portarse mal"...cuando es eso lo que conocen...
ResponderEliminarUna imagen vale más que mil palabras. te felicito igual por el post. juegos de mario
ResponderEliminarGracias por vuestro comentarios. La vida en África es muy dura para los que no tienen nada. Los huérfanos y abandonados sobreviven a duras penas.
ResponderEliminarUn cordial saludo