En los toros, 2010 Foto original de Vicente Baos |
Las noticias se suceden de forma inmisericorde. Más paro, más impuestos, más recortes, más limitaciones, más frustración. La consulta no es ajena a la realidad. Inevitablemente, las personas mayores comentan en la consulta después de hablar de sus problemas concretos, sobre las recetas, lo que van a tener que pagar, cómo se va a hacer. Los médicos de familia somos los interlocutores sanitarios de la población. Y se habla en términos no abstractos sino concretos: sumando el 10% del coste de todos los medicamentos que toma un anciano a lo largo del mes comparado con el porcentaje de su pensión. En muchos casos, más de 4 cafés. Cuando saben que tendrán que ir pagándolo y que luego se lo devolverán cada 6 meses, sonríen.
El pesimismo social es muy dañino. Hace un año, en marzo escribía sobre ello. Nada ha cambiado, incluso ha empeorado. ¿Horizonte? Muy negro.
La respuesta profesional a través de las redes sociales, con todo su sesgo de usuarios motivados, ante la restricción a la atención sanitaria de inmigrantes ilegales ha sido unánime: no se puede dejar a nadie sin ayuda. Es establecer en la sanidad el máximo nivel represivo y de exclusión ante esas personas. No pueden echarlas y pretenden que el sistema sanitario les deje tirados. Es muy cobarde pretender eso.
Nunca pensé que para relajar mi ánimo del asfixiante ambiente me sirviera el borrador NICE de la próxima guía sobre Cefaleas. Eso y la buena música de Tarrus Riley
Es hora de tirar de ese sagrado derecho de la objeción de conciencia.
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