Mendigo pidiendo al Rey Jorge (UK) @HistoryInPics |
Un dirigente político de un servicio público esencial, como es la sanidad, debería ser una persona con cierto prestigio ganado en su campo de actuación y unas características de habilidades en comunicación que unieran el conocimiento y la empatía social. Llevamos muchos años sin verlo, si es que lo hemos visto alguna vez.
La desaparición de la Sra. Mato y su manifiesta incompetencia para el cargo y el Sr. Rodríguez, médico de profesión, pero incontinente verbal de sus rencores es una buena noticia.
Realmente, no espero nada de los nuevos responsables, tanto del ministro de Sanidad (político versátil que vale para todo) como del nuevo responsable de la Consejería (alto cargo previo con el Sr. Rodriguez). Solo deseo mejores formas y maneras de relacionarse con los profesionales y la población. Ya es bastante.
Los temas de fondo están decididos desde hace tiempo y no por los responsables temporales del cargo. Los problemas de fondo de nuestra sanidad en este momento han sido muy bien definidos por dos grandes compañeros y amigos: Alberto López y José Luis Quintana, en la carta publicada por EL PAÍS: Carta al ministro de Sanidad Os invito a leerla, mejor no se puede definir.
Nuestra sociedad está en una encrucijada importante. La desigualdad social crece y la pobreza que conlleva también. La corrupción conocida y la desconocida flotan en el ambiente asfixiando la confianza en los responsables políticos. El buen empleo del mengüante dinero público en servicios sociales y sanitarios es una prioridad social. Las decisiones importantes proceden de la política económica y fiscal europea y su impacto en nuestro país. ¿Algo va a cambiar que no sea empobrecer a una parte significativa de la población y devaluar nuestro sistema de protección social?
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