En las últimas semanas, las huelgas desarrolladas en Atención Primaria, la no cobertura de las plazas de Medicina de Familia en la elección MIR, el desencanto de mis compañeros que llevan años en este trabajo me hizo escribir unas reflexiones sobre el perfil del médico de familia que iban dirigidas a un periódico general. No ha podido ser y se ha publicado en Gaceta Médica.
Por todo lo que ahí escribo he decidido unirme a una candidatura al Colegio de Médicos de Madrid con Carlos Amaya y un grupo heterogéneo de personas que definimos la profesión médica. Vamos juntos gente primaria de semFYC, SEMERGEN, SEMG, de todos los ámbitos profesionales y los residentes más combativos del ambito de Madrid. Vamos a intentar conseguir que el Colegio de Médicos sea algo útil.
Ser médico de familia
Vicente Baos Vicente
Médico de Familia.
Candidato a las elecciones del Colegio de Médicos de Madrid en la lista del Dr. Carlos Amaya
A lo largo del tiempo, la organización sanitaria se ha ido modificando de diversas maneras pero siempre ha vuelto al punto de partida: un médico cercano a la población que sea capaz de atender la mayoría de los problemas de salud, tanto agudos como crónicos, que afectan a las personas. Este planteamiento sencillo y de una gran utilidad social lleva muchos años desarrollándose en España con la formación especializada en Medicina de Familia vía MIR y anteriormente con el esfuerzo abnegado de miles de médicos que trabajaban en el ámbito rural de una forma solitaria y en condiciones de gran dificultad. En todos los países de nuestro entorno, el médico de familia goza de un gran prestigio y reconocimiento social y económico por parte de las administraciones que gestionan los servicios públicos básicos.
Pero ¿qué es lo que pasa en España para que los médicos de familia, y también los pediatras que trabajan en Atención Primaria, se movilicen, estén descontentos, abandonen su profesión, emigren a otros países o releguen su elección en el MIR a una opción secundaria y poco atractiva?
La medicina de familia como especialidad goza de un gran atractivo teórico. Muchos médicos hemos preferido abordar la salud y la enfermedad como un concepto amplio y global de la persona, donde nos interesa, tanto conocer y tratar la hipertensión arterial como factor de riesgo para el desarrollo de un ictus como valorar la ansiedad y el insomnio que aparece en una persona con problemas en su vida afectiva o laboral; o bien, manejar correctamente el esguince de tobillo del adolescente deportista y a continuación atender la infección respiratoria del bronquítico crónico para evitar que ingrese en un Hospital. Esa diversidad constituye el atractivo teórico y práctico del médico de familia, y es capaz de evitar la monotonía de la repetición que toda actividad laboral conlleva tarde o temprano. Se necesitan médicos que aborden al individuo desde todos los ángulos de la salud, y también otros que perfeccionen técnicas concretas para el tratamiento de enfermedades que requieren de una mayor pericia especializada. Un sistema sanitario debe saber combinar y utilizar lo mejor de cada rama de la medicina para que los resultados científicos y sociales sean los más adecuados.
Sin embargo, la organización sanitaria no ha cuidado como se merecen a los médicos de familia en nuestro país. Desde hace muchos años se vienen denunciando la falta de inversiones necesarias para una atención primaria de calidad y, de forma simultánea, ha ido recayendo sobre sus médicos un importante incremento de la carga de trabajo debido al aumento de la población, muy llamativa en muchas zonas de España, al mayor envejecimiento colectivo y a la mayor supervivencia de las enfermedades crónicas. Todas estas circunstancias han motivado un notable aumento de la actividad sanitaria, a todos los niveles, pero les recuerdo que todas las patologías, salvo las muy dramáticas o urgentes, pasan inicialmente por el médico de familia que valora, diagnóstica y trata la mayoría de los problemas de salud, y solo cuando el paciente requiere otra valoración o intervención deriva a otro médico especialista (lamentablemente con una importante lista de espera diagnóstica). Pero los médicos de familia no nos quejamos expresamente de que haya más enfermos. Obviamente hay un límite razonable en la capacidad de atender pacientes por unidad de tiempo, incluso para nosotros. ¿Cuánto tiempo cree que necesita su médico para entender, valorar y tratar el problema que usted le presenta? Piénselo. ¿Menos de 10 minutos? Y estamos hablando del mínimo del mínimo.
Una de nuestras reclamaciones principales va dirigida a denunciar la falta de la inversión necesaria para desarrollar nuestro trabajo, eliminando la cantidad de burocracia obsoleta, fruto de hábitos y antiguas prácticas que parece que a nadie, salvo a los afectados, parece importarle.
El modelo de receta actual es una lacra histórica que ningún gobierno parece capaz de modificar de forma inteligente. La receta electrónica supondría una importante descarga de trabajo para cada médico de familia, que emplearía su tiempo con mayor utilidad en la atención directa a los pacientes. Una vez realizado el diagnóstico, establecer de forma informática el tratamiento y su duración para que después el paciente recoja la medicación en la oficina de farmacia, supondría un gran alivio en la distribución del tiempo. La mayoría de las comunidades autónomas tienen estancados sus proyectos de implantación, y solo algunas lo han implementado.
Numerosas instituciones solicitan certificados del médico de familia para realizar actividades como la subvención de las vacaciones, la asistencia a balnearios donde otro médico valorará sus necesidades, la realización de marchas campestres; y no digamos, la necesidad de justificar la ausencia del trabajo por enfermedad, aunque el paciente conozca su autocuidado y no necesite la consulta médica. Estas actividades innecesarias provocan la obstrucción del sistema sanitario público, tan necesitado de un tiempo clínico de calidad.
Hasta hace poco tiempo, a los médicos se les ofrecían contratos miserables pagados por horas y sin contar los fines de semana. Esta situación, en la que vivían médicos que habían finalizado con toda ilusión su formación postgraduada, ha motivado la salida de alrededor de 8.000 médicos hacia otros países como Portugal y el Reino Unido. ¿Alguien está hablando de mejorar las condiciones de trabajo en España para hacerlo más atractivo y facilitar su retorno? ¿Está suficientemente homologada la calidad de la formación postgraduada de los médicos que van a venir de otros países con la nuestra?
Sabemos cómo mejorar la calidad de la atención primaria en España, solo se tiene que leer los numerosos documentos que han realizado sociedades científicas, sindicatos o grupos como la Plataforma 10 minutos y Antiburocracia de Madrid. Sabemos cómo hacer más atractiva la Medicina de Familia, con una presencia de la misma en la Universidad, con un reconocimiento retributivo que la haga competitiva con otras especialidades y que recompense su dedicación.
Por todo ello, la sociedad debe saber que una parte importante de su organización social pasa por tener un Atención Primaria de calidad que atienda de forma justa, equitativa y universal los problemas de salud de sus ciudadanos y que defienda a sus médicos de familia cuando exigen a las autoridades sanitarias que se ocupen de mejorar las condiciones en las que desarrolla su trabajo.
Te deseo suerte en esta nueva andadura. Aunque no pienses que todo va ser fácil. Prepárate a recibir "caña" de sectores y personas que ni en sueños creías que existían. Si ganáis, nuestros destinos coincidirán inexorablemente.
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