sábado, 2 de mayo de 2009

A la revista JAMA no le gusta que la critiquen

Los hechos comienzan el 20 de mayo de 2008 con la publicación del artículo Escitalopram and Problem-Solving Therapy for Prevention of Poststroke Depression. En dicho artículo se estudiaba la eficacia de escitalopram en la prevención (sí, efectivamente, prevención) de la depresión (mayor o menor) en los pacientes que habían sufrido un ictus.

El estudio (de escasa potencia) contaba con tres brazos: escitalopram (n: 59), placebo (n: 58) y terapia de resolución de problemas (TRP) (n: 59). El resultado fue que desarrollaron depresión el 8,5% del los pacientes en tratamiento con escitalopram, el 11,9% de los pacientes en TRP y el 22,4% de los pacientes en el grupo placebo. El estudio comparó escitalopram frente a placebo, y la TRP frente a placebo (pero no escitalopram frente a la TRP ). Se obtuvo una diferencia estadísticamente significativa a favor de escitalopram frente a placebo, pero una diferencia no significativa a favor de la TRP frente a placebo. En los mensajes a los medios de comunicación, la conclusión de los autores era que debería de administrarse escitalopram de forma rutinaria a todos los pacientes que habían sufrido un ictus. El estudio y sus conclusiones tuvieron una gran repercusión en los medios de comunicación de EEUU.

Este artículo fue leído por Jeffrey Lacasse y Jonhattan Leo (miembro de nofreelunch.org), y les llamó poderosamente la atención que el estudio no hubiese comparado escitalopram con la TRP, ya que los resultados indicaban claramente, y sin la necesidad de ningún sofisticado cálculo estadístico, que la TRP tenía una eficacia similar a escitalopram. Se criticaba además que se recomendase el tratamiento farmacológico preventivo sin hacer ninguna consideración sobre los posibles efectos secundarios que toda medicación puede ocasionar. Ambos autores enviaron una carta a la revista JAMA, carta que por cierto fue publicada precozmente y contestada.

Tras esta primera critica, Jonhattan Leo realizó una búsqueda en internet sobre las actividades de los primeros firmantes del artículo, y encontró que ambos estaban a sueldo de Forest, empresa fabricante en EEUU de la marca de escitalopram (Lexapro) con la que se había realizado el estudio. Sin embargo este dato, relevante sin duda, fue omitido por los autores en la declaración de conflicto de intereses que acompañaba al artículo original. Este descubrimiento motivó una segunda carta de J Leo a la revista JAMA, carta que en esta ocasión fue ignorada por la revista. Ante esta falta de respuesta, J Leo remitió la carta a la revista BMJ que la publicó a principios de marzo del 2009. La reacción de la revista JAMA no se hizo esperar y consistió en una campaña de desprestigio, acoso telefónico, solicitud de retractación inmediata del contenido de la carta y presiones a sus superiores académicos para que reconsiderasen su relación laboral. Por supuesto que el autor no se ha retractado de nada, sino que se ha reafirmado en sus críticas.

La revista JAMA, de forma inconcebible y en contra de su trayectoria habitual a favor de la declaración de los conflictos de interés, sigue en sus trece, lo cual ha desencadenado en el mundo académico y científico en general una campaña de solidaridad a favor de Jonhattan Leo y en contra de la revista JAMA.

Gracias a Ermengol Sempere por la historia.

3 comentarios:

  1. El BMJ ha publicado un
    interesante artículo sobre la campaña de persecución al Dr Gøtzsche, director del
    Centro Nórdico Cochrane de Copenhage, y a los demás autores de un estudio sobre los protocolos abusivos que permiten a la industria publicar lo que les conviene y vetar lo que no les interesa que se publique.
    http://www.bmj.com/cgi/content/full/338/mar09_1/b736
    Entre otros casos parecidos, en España Laporte fue demandado por un laboratorio al que no le gustaba lo que decía el que fue pionero en la defensa del uso racional del medicamento.

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  2. Así como la industria editorial reaccionó frente al ocultamiento de resultados y creó los registros de ensayos clínicos, me parece que es hora que exijan a los autores antes de publicar cualquier trabajo, una declaración de conflictos de interés con caracter de declaración jurada y que, en el caso de demostrarse la falsedad de la información consignada, el autor en cuestión sea sancionado severamente (multa económica, no publicación de trabajos, etc.)
    Posteeo esta excelente entrada en mi blog. Gracias Vicente por la información.

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