Fue una bofetada emocional en la consulta.
Mi paciente, mujer joven y embarazada me pide ayuda para su madre, atendida en otro centro de salud. Ya me había contado que su madre era muy creyente en lo "natural" y que no había querido tratarse su tumor de mama por la medicina "convencional". Ahora estaba desesperada. Me enseña una foto de la mama de su madre con una ulceración necrosante de al menos 12cm de diámetro. Me pide si hay alguna crema que le quite el dolor porque no quiere ir a ningún centro sanitario y mucho menos tomar "morfina". El dolor es terrible y lo intenta paliar con emplastos de barro.
Ella, y el resto de su familia está desesperada. La madre habla de su dolor pero no toma ninguna medida para aliviar su sufrimiento, y la familia no sabe qué hacer. Sabe que no la puede forzar porque ella expresa un deseo firme y "coherente" de su decisión. Pero mirar el sufrimiento de un familiar y no hacer nada, no parece que sea tranquilizador para nadie.
Todos los médicos sabemos lo de la autonomía del paciente (siempre que no haya evidentes signos de trastorno mental severo). Sin embargo, la definición de forzar el ingreso de un paciente porque ponga en peligro su vida o la de otros en función de una enfermedad mental es una convención que sí parece aceptable. ¿Y éstas otras situaciones donde el perjuicio es evidente y la denegación de ayuda, al menos paliativa, por parte del paciente es un clarísimo perjuicio? ¿es una decisión libremente tomada creer en pseudociencias dañinas como la bioneuroemoción para negarse a recibir ayuda de carácter médico?
Me ha llamado la atención la seguridad y la no existencia de dudas por parte de la mayoría de sanitarios que han opinado a través de Twitter. Hay que respetar la autonomía, el paciente decide aunque a ti te parezca absurdo, etc.
Creo que hay una clara diferencia entre los pacientes que deciden no realizar una cirugía o una terapia activa en tumores de mal pronóstico de pacientes de edad avanzada y la situación de esta enferma. He tenido varios casos y les he manifestado mi comprensión y mi apoyo paliativo hasta el final. Respetar su opinión y su autonomía. Estos casos son diferentes. El perjuicio grave sobre su vida y la de su familia en una paciente de 51 años que decide abandonar cualquier tratamiento científico por creencias divulgadas por charlatanes con rasgos sectarios como la Bioneuroemoción genera una inquietud terrible.
Mi respuesta a la paciente fue que no se podía obligar a nadie mientras manifestase esa opinión tan clara de no tratamiento de forma coherente ¿es coherente estar abducido por ideas sectarias? Esa es mi duda y veo que la mayor parte de la gente sanitaria lo tiene muy claro. Yo, dudo.
La lucha contra las ideas sectarias, fraudulentas, manipuladoras y por ello, peligrosas dentro de la salud, es un deber de toda la sociedad, pero sobre todo de los sanitarios. Peligros como la bioneuroemoción, absurdos como la homeopatía, manipulaciones espiritualistas de la "energía" como el reiki, creencias religiosas que glorifican el sufrimiento o el martirio y cientos de ellos más, invaden la sociedad con una oferta de soluciones irreales a los problemas de salud.
A raíz de los comentarios en Twitter, se ha puesto en contacto conmigo otra mujer joven desesperada porque su madre está en la misma situación. Y habrá muchas más de las que no nos enteramos.