El "lobby" farmacéutico internacional vuelve de nuevo a intentar modificar la legislación europea sobre la
publicidad directa al consumidor, solamente disponible en Nueva Zelanda y EEUU. Los periodistas hablan sin tapujos de
publicidad directa al consumidor, mientras que los laboratorios y su principal agitador en este campo,
IMS Health representado en España por Xavier Badía, sigue hablando de los
derechos de los pacientes a ser informados por los fabricantes de los medicamentos que usan mediante la
"Información Directa al Paciente". Desde hace muchos años llevan intentando modificar el actual
"statu quo".
El interés de los fabricantes es claro: accediendo directamente a los pacientes, éstos solicitarán a los médicos que les den las medicinas de las que han sido informados tan positivamente.
La información al paciente sobre las mejores opciones para su tratamiento, en el difícil equilibrio del beneficio y el riesgo, no debe estar impregnada de publicidad. Si el debate científico ya es difícil, trasladar directamente al paciente informaciones limitadas y sesgadas, destacando siempre el beneficio y minimizando el riesgo, es una temeridad. Si se ha hecho durante años a los médicos, ¿por qué va a ser diferente a los pacientes?
La información de calidad debe ser proporcionada por instituciones independientes y que sean reconocidas como fuente fiable, tanto para los profesionales sanitarios como por los consumidores-pacientes y no directamente por un fabricante.
La necesidad de vender un producto va unido a la exageración, a la manipulación de los sentimientos y de los valores, como parte de las técnicas de venta. O si no ¿qué hace la industria alimentaria, cosmética y por supuesto, farmacéutica? ¿Es que nadie se acuerda de la publicidad de las vacunas del papiloma humano?. Todo era información y nada de publicidad.
Las televisiones norteamericanas están llenas de anuncios que bien podrían ser de un jabón o de medicamentos: familias, abuelos con nietos, etc; todos felices porque el abuelito o abuelita toma tal analgésico u otro producto. Los ejemplos de
Vioxx son vergonzosos.
Mientras que va creciendo una corriente de opinión que somete a los medicamentos a un escrutinio científico riguroso, la industria ve reducido su negocio y por ello el foco de atención se dirige a los pacientes y sus asociaciones, para que éstos ejerzan presión y favorezcan sus intereses.
La Unión Europea no debe modificar la legislación sobre este tema. Si lo hace, se pondrá al descubierto que el poder político está subordinado a los intereses de las grandes corporaciones.
Si los "mercados" han hecho cambiar políticas económicas globales, esto de la publicidad directa al paciente puede ser "pecata minuta"