Mi intervención en el programa Cuarto Milenio me ha dejado un buen sabor de boca. Tras la polémica inicial sobre la participación o no de los que queremos hacer divulgación científica rigurosa en un programa popular lleno de contenidos "fantásticos", haber ido al programa no me parece ningún error.
En la propia consulta, varios pacientes atendidos hoy me han felicitado por lo que dije. Los medios televisivos generalistas contienen la audiencia popular más numerosa a la que no llegan habitualmente mensajes de divulgación científica. Si Cuarto Milenio es un programa con una audiencia importante, ahí debemos estar siempre que sea posible. El programa de ayer fue visto por 939.000 personas. Si alguna de ellas oyó palabras que le hicieron reflexionar sobre las pseudociencias, bienvenido sea.
La cuenta de Twitter @navedelmisterio del programa tiene casi 300.000 seguidores, es decir, muchas personas reciben los mensajes que de allí se generan.
El programa entero está disponible en este enlace, no se puede insertar. A partir del minuto 23.41
Tener una enfermedad grave, tumoral o no, y sentir ansiedad es una obviedad indiscutible. Todos tenemos miedo a enfermar y perder la vida o la autonomía prematuramente. Todos tenemos miedo a sufrir, a sentirnos solos sin compañía ni afecto. El proceso emocional que acompaña a la enfermedad es resuelto por cada individuo según su cultura, formación y personalidad.
Desde el ámbito sanitario, la empatía es la herramienta básica y completa que usamos médicos, enfermeras y cualquier persona que entra en contacto con un enfermo (celadores, administrativos..)
Ofrecer conocimiento, evidencia científica y habilidades para comunicarlas a los pacientes es la tríada de un buen profesional sanitario, y debería ser el objetivo de un centro sanitario, sea un humilde centro de salud o u megahospital de nivel terciario.
Aún así, las pseudoterapias basadas en el absurdo y en la palabrería, en el sin sentido de la charlatanería orientalista, antroposófica o de cualquier otro orden mágico, quieren una y otra vez tener su hueco al lado de la ciencia. Quieren ser "complementarios" -cada vez más se callan lo de alternativos- a los lentos pero firmes avances de las ciencias.
Muchas veces, dentro del colectivo sanitario hay seguidores de dichas pseudoterapias que promueven su uso. Más patético resulta oír a médicos bien formados que carecen de un espíritu crítico y se dejan convencer con los cantos de sirena del "amimefuncionismo".
Ver a alguien, con la cara muy seria y concentrada, hacer movimientos aflamencados o de baile oriental sobre la enferma de cáncer tumbada y relajada o poner la mano sobre el pecho de una persona para transmitir la "energía universal" "leyendo el corazón emocional", los "chakras generales" "los cuerpos sutiles", etc. Palabras bonitas, vacías, sin ningún efecto más allá del deseo de bienestar del que recibe la "sesión", de la relajación de tumbarse y escuchar palabras suaves. Y todo eso hace que se sienta mejor, que el paciente diga que le ayuda mucho a tener mejor "el nuevo órgano", a relajar la ansiedad de estar enfermo.
¡Qué fácil es sugestionar al enfermo! De esa necesidad y facilidad viven miles de "terapeutas mágicos", sea reiki, acupuntores, homeópatas que con sus absurdas maniobras e invenciones consiguen hacer creer que lo suyo vale para algo.
La gente que tiene necesidades espirituales o mágicas que cubrir puede hacerlo donde quiera. Siempre ha habido y habrá creyentes en dichas ilusiones que están dispuestos a ejercerlas y a recibirlas.
Dejemos a la ciencia hacer su trabajo con amabilidad y empatía y alejemos de los centros sanitarios a los charlatanes vendedores de felicidad mágica. Nunca se pueden poner al mismo nivel y menos ser ejercidas por las mismas personas en los mismos lugares.
El pensamiento mágico y sus prácticas son muy dañinas para el avance científico de la sociedad.