En un solo artículo publicado este fin de semana en
El Mundo: Las pastillas matan más que las drogas vemos recogidas todas las opiniones sobre la medicalización de la sociedad y el sobrediagnóstico de los problemas de la salud mental. Con titulares que no se olvidan y echando la culpa a todo el mundo: los malignos psiquiatras que con el DSM V (y antes el IV) ponen etiquetas patológicas a todo lo que nos hace incomodarnos en la vida, los horrorosos médicos de familia que no escuchan a los pacientes y les dan todas las pastillas existentes, la sociedad que no aguanta nada y las farmacéuticas que se forran dando solución farmacológica a todo lo que se menea y da dinero. Y los psicólogos que nos dicen que pueden hacer muchas cosas pero que no salen suficientes puestos de trabajo y la gente no va "de privado"
Allen Frances viene a "hablar e su libro":
¿Somos todos enfermos mentales? Manifiesto contra los abusos de la Psiquiatría y nos hace repaso de su pasado maligno en el DSM IV y de sus propias taras: come compulsivamente, se le olvidan las cosas pero haciendo ejercicio -cuánto
runner obsesivo compulsivo anda suelto - está de vicio y no se toma ninguna pastilla. Solo le falta decirnos que también hace
mindfullness.
El médico de familia entra en el debate. Para unos, se están sobretratando "depresiones leves" y el consumo de ansiolíticos y antidepresivos ha subido un 54.7% entre 2000 y 2012 en nuestro país. La inmensa mayoría de los pacientes no pasa del médico de familia:
Sin embargo, muchas personas no pasan más allá de la
consulta del médico de Atención Primaria. Allí reciben un diagnóstico y de allí
salen con una receta que, según Frances, en muchas ocasiones es errónea. Como
ejemplo están las prescripciones de antidepresivos. Se dan para depresiones
leves en las que no están indicados, señala Cano, porque en éstas lo que mejor
funciona es la psicoterapia. El 70% de estos fármacos son recetados por el
médico de cabecera en España y esta cifra llega al 80% en EEUU.
Os invito a leer todo el artículo.
La crítica a la sobremedicación y al sobrediagnóstico está presente en muchos médicos, y yo me incluyo. Pero, a veces, creo que quién escribe sobre estos temas está muy alejado de la práctica diaria de cualquier médico de familia en cualquier lugar del mundo occidental.
En nuestro país, dentro del sistema nacional de salud, la derivación al psicólogo clínico para un abordaje psicoterapéutico de los "problemas menores" de salud mental, o no tan menores, como el "acoso laboral", las relaciones turbulentas entre miembros de las familia (hijos, parejas..) , la "ansiedad generalizada" fruto de un diseño vital frustrante y decepcionante, el agotamiento del cuidador de la discapacidad, y otras muchas situaciones no susceptibles de un diagnóstico psiquiátrico "mayor" es inviable e imposible. Y la gente sufre, y la gente tiene un insomnio que le desespera y vive en una inquietud terrible.
¿Medicar o dar palmaditas en la espalda y decir: te entiendo pero la sociedad está medicalizada y sobretratada y no te doy nada? La inmensa mayoría de la población no puede pagar una psicoterapia a 60 u 80 euros por sesión de 45 minutos.
Hay que echarle tiempo y ganas a la comunicación con el paciente. Y a veces, nosotros estamos cansados y exhaustos intentando gestionar los problemas psicosociales de toda índole que se plantean en la consulta. Aún así, por un principio de prudencia debemos avisar a los pacientes de las limitaciones del abordaje limitado de los fármacos si no hay una modificación del entorno vital u otros cambios que requiere la participación activa del afectado, no solo la toma pasiva de un fármaco. Pero eso no siempre es posible.
Y todo esto recae en el poco tiempo del que dispone el médico de familia para atender, escuchar, orientar, tratar o paliar los problemas de sus 2000 adultos mayores de 14 años adscritos a la consulta a la que pueden ir cuando quieran sin ningún coste adicional. El tiempo que reclama el psiquiatra para el diagnóstico quiero recordarle que se paga a precio de oro en EEUU.
Sinceramente, el análisis crítico me gusta y lo comparto, pero quiero que se haga desde una posición más cercana a la mía. Hablar del efecto similar al placebo de los "medicamentos reales" pero llenos de efectos secundarios que matan más que las drogas puede llevar a una conclusión grave de la población: para tomar placebo, me tomo homeopatía que es lo mismo y no tiene efectos secundarios. ¿Me haré homeópata al final de mi carrera profesional?