La reciente publicación de la
Encuesta de Percepción Social de la Ciencia en España nos pone delante de nuestro espejo, como país y como sistema educativo y social. Y esa imagen devuelta del grado de conocimiento de hechos científicos básicos y que deberían ser de conocimiento común, es regular tirando a mala.
Un porcentaje relevante de personas, de todas las edades, desconocen hecho muy básicos sobre la ciencia que se usa cada día.
Hay dos afirmaciones dirigidas directamente a la salud:
- Se pueden extraer células madre del cordón umbilical de los mamíferos
- Los antibióticos curan enfermedades causadas tanto por virus como por bacterias
Sin ninguna duda, llevamos muchos más años hablando de los antibióticos y su falta de acción sobre las enfermedades causadas por virus que el tema de la conservación de células madre del cordón umbilical; sin embargo, la tasa de respuesta correcta es muy superior en el tema de las células madre que el tema de los antibióticos y los virus: 84.9% versus 46.5%. Parece increíble, pero es así.
Solamente entre 35 y 55 años, el porcentaje de respuesta correcta es superior al 50%. Que no alcancemos ese mínimo porcentaje entre los jóvenes mayores de 15 años es decepcionante porque soy consciente de que esos conceptos están en el desarrollo curricular de la escuela primaria española. ¿Qué falla? Me siento incapaz de tener la respuesta.
Si se analizan los datos según nivel de estudios, vemos que los estudios de la población aumenta su grado de conocimiento pero no "vacuna" contra la ignorancia de temas básicos. La respuesta de los antibióticos es correcta solo en el 62% de los encuestados.
Sobre los antibióticos y su uso
he escrito mucho en los últimos años, es algo clásico, y por lo que se ve, no se puede renunciar a seguir hablando de ello.
En 1996, publiqué en Ediciones Temas de Hoy un libro titulado:
Sin Receta, la automedicación correcta y responsable. Por supuesto tenía un capítulo dedicado a los antibióticos. Traigo aquí varios extractos que sirven igualmente en la actualidad:
La era antibiótica, una revolución
A
principios del siglo XX, el 50% de las personas morían antes de los 20 años y
el 90% antes de los 50 años. A los 40 años, los seres humanos estaban al límite
de sus fuerzas. En el año 1986 (últimos datos disponibles), la esperanza de
vida al nacer de los varones españoles era de 73,2 años y de 79,6 años para las
mujeres. Son muchas las razones socioeconómicas para justificar esta importante
mejoría, pero la contribución de los avances médicos ha sido debida en una gran
parte a los antibióticos, que han hecho desaparecer las enfermedades
infecciosas del primer lugar de la lista de causas de muerte.
Esta
revolución comenzó en 1929 con el hallazgo casual de Alexander Fleming de un
hongo que inhibía el crecimiento de una colonia de estafilococos que dejó en su
laboratorio al irse de vacaciones. Fleming no pudo purificar su sustancia, por
lo que solo pudo aplicarlo en forma tópica (sobre la piel) con poco éxito. A
pesar de ello, Fleming pudo describir propiedades, tales como su espectro de
acción (sobre qué tipo de bacterias era activa) y la aparición de resistencias
(las bacterias aprenden a defenderse del antibiótico dejando de ser eficaz). En
1939 en Cambridge, al inicio de la Segunda Guerra Mundial, Howard Florey y
Ernst Chain buscaban sustancias activas sobre las heridas y las complicaciones
infecciosas que aparecían en los campos de batalla. Ambos consiguieron
purificar la penicilina G y comprobar su eficacia en enfermedades bacterianas
de estreptococos y estafilococos. Fleming, Florey y Chain compartieron el
premio Nobel. Hasta 1945, la penicilina no se introdujo en los hospitales
civiles para el tratamiento de las bacterias que provocaban más enfermedades y
muerte: las neumonías, las complicaciones de la faringoamigdalitis, las
meningitis, la sífilis y las infecciones cutáneas graves, entre otras.
Desde este
descubrimiento, multitud de nuevos antibióticos han ido incorporándose a la terapia
de las infecciones. Los años 60 marcaron el desarrollo de los antibióticos de
amplio espectro (ampicilina, tetraciclinas), usadas masivamente por parte de
los médicos. Un arma eficaz contra
determinadas infecciones bacterianas comenzaba a utilizarse de forma
indiscriminada ante todo tipo de infecciones, muchas de ellas virales y
autolimitadas.
¿Dónde actúan los antibióticos?
Las
sustancias que habitualmente denominamos antibióticos van dirigidas, en su
mayor parte, a las infecciones producidas por bacterias, pero sería mas propio
hablar de antimicrobianos para describir las posibilidades de acción sobre
distintos géneros biológicos. Las enfermedades infecciosas de causa conocida
están producidas por algunos de los siguientes agentes: virus, rickettsias,
bacterias, mycoplasmas, chlamydias, hongos, protozoos y helmintos.
La mayor
parte de las infecciones agudas que una persona sufre a lo largo de su vida
serán infecciones virales -respiratorias en su mayor parte-, para las que no
existe tratamiento específico con ningún medicamento antiviral que actúe con
eficacia. En las últimas décadas se han desarrollado auténticos fármacos contra
los virus que causan mayor morbimortalidad, pero la mayoría de las infecciones
humanas producidas por virus (respiratorias, digestivas) siguen sin
tratamiento. Los virus respiratorios tienen una gran capacidad de mutación, es
decir, solamente al pasar de una persona a otra en la cadena de la infección,
el virus ya no es exactamente igual, lo que complica el diseño de una vacuna
específica o de un medicamento que actúe sobre ellos. Los virus Influenza
(causantes de la gripe) son de una gran estabilidad, lo que permite predecir y
desarrollar una vacuna eficaz de una temporada invernal a la siguiente. La
batalla contra las enfermedades virales (sarampión, viruela, parotiditis,
rubeóla, hepatitis B) está siendo ganada gracias a la creación de vacunas que
consiguen crear una inmunidad natural suficiente para vencer a los virus,
cuando nos encontremos con ellos a lo largo de nuestra vida.
Las bacterias
constituyen el grupo fundamental de microorganismos contra los cuales se han
creado antibióticos que actúan con eficacia. La lucha contra el Streptococcus
pyogenes (faringoamigdalitis aguda), Escherichia coli (el más frecuente en las
infecciones urinarias), Neisseria meningitidis (el más frecuente en las
meningitis agudas), Streptococcus pneumoniae (el más frecuente en las neumonías)
y otros cientos de gérmenes patógenos humanos, ha sido posible gracias a los
antibióticos descubiertos. En el futuro se continuarán descubriendo nuevos
fármacos para combatir las resistencias que los microorganismos desarrollan.
Los otros
agentes descritos: rickettsias, mycoplasmas, chlamydias, hongos, protozoos y
helmintos, tienen también sustancias específicas que actúan sobre ellos. En
algún caso como las rickettsias, mycoplasmas y chlamydias tienen el mismo
tratamiento antibiótico que determinadas bacterias, siendo eficaz para ambos.
En torno a los antibióticos se ha creado una gran
expectativa cultural. Se espera de ellos la curación definitiva. El resto de
los tratamientos solo procuran alivio, mejoría o control, tanto las
enfermedades agudas como las crónicas. Por esta razón, los antibióticos son
valorados como el tratamiento definitivo de una enfermedad, la máxima esperanza
de curación al administrarlo.