Mostrando entradas con la etiqueta Cine. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cine. Mostrar todas las entradas

domingo, 12 de junio de 2016

Un doctor en la campiña

No abundan las películas que reflejen el trabajo de los médicos de familia, de los generalistas, en el cine mundial. El cine estadounidense especialmente, gusta de los brillantes especialistas hospitalarios, de las urgencias al límite (la consulta del médico de familia está siempre igual de llena pero no están muriéndose todos a la vez), de las grandes gestas quirúrgicas, etc. Para salir de ese entorno, el cine francés nos saca del pensamiento único cinematográfico ofreciéndonos otro tipo de películas.

El director de la película, Thomas Lilti, es un médico generalista francés que ha dirigido, con ésta película, tres largometrajes. En su anterior film, Hipócrates relata las experiencias hospitalarias de un joven residente. En un Doctor en la Campiña se acerca al mundo rural y a la práctica de los médicos generalistas en una Francia cada vez más llena de "desiertos sanitarios", aquellos sitios donde progresivamente menos médicos quieren asentarse y trabajar.

Es tal el éxito en Francia de las comedias costumbristas que cabe la tentación de pensar que, la figura del médico rural se aborda el tema desde una perspectiva optimista y entretenida, sin embargo, no es así. La película está impregnada de una enorme tristeza. Sin desvelar la trama, la enfermedad del médico del pueblo conlleva la llegada de otra médico más inexperta para ayudarle en su consulta. El planteamiento de la situaciones de los pacientes, los diálogos llenos de empatía y paciencia, la continua actividad laboral y sin horarios definidos, impregna la película de un desasosiego que quiere ser amable y rendir homenaje a sus protagonistas. Sin embargo, quizás porque conozco bien de lo que trata la película, me produce melancolía. 

En el largometraje se plantean situaciones comunes y realistas que pueden ser interesantes para la reflexión de las personas que lo visualicen sin relación con la sanidad. El anciano que quiere morir en casa, la relación con los pacientes impertinentes o maleducados, la relación empática con los pacientes que sufren ansiedad y obesidad, las relaciones de pareja, el valor de la visita domiciliaria y otras muchas situaciones recogidas en la película. Todo ello con unos protagonistas cuya vida parece devastada, con unos pocos datos ofrecidos que relatan un ambiente de soledad. 

Al salir del cine, mi ánimo era más triste que complacido por un homenaje a la labor que podemos realizar los médicos de familia. Pero ¡que cada uno saque sus conclusiones!

martes, 7 de enero de 2014

El Médico, la película



Quería ver esta película. Ya había leído alguna crítica no demasiado benevolente con ella, pero quería verla. Cine espectáculo, pasar un rato entretenido...esas justificaciones básicas para ir al cine en unas fiestas de mal tiempo y tediosas.
No había leído el libro de Noah Gordon. Estaba en mi casa pero no lo había leído. He disfrutado con novelas de médicos, geniales y no llevadas al cine, como: La Casa de Dios y Monte Miseria, ambas de Samuel Shem o Hijos del ancho mundo de Abraham Verghese. En mi juventud tampoco me influyó especialmente la épica médica de novelas como Sinhué el egipcio de Mika Waltari (más parecida a El Médico de Noah Gordon que estamos comentando). La película que más me ha interesado donde aparecen médicos es El Doctor de 1991 con William Hurt. 
Sin prejucios - ya he visto películas criticadas de forma negativa que a mí me han satisfecho- atendí con interés la proyección.
De larga duración, la película es entretenida y previsible, además de tópica, pero son ingredientes necesarios para un cine "para todos los públicos".
Sin desvelar demasiado el contenido, no más que el trailer que te cuenta casi todo, la oscuridad del conocimiento de la Edad Media está bien reflejada. El afán de conocimiento como motor del progreso es otro elemento importante de la narración. La prohibición que existía, en todas las religiones de la época, de la apertura de los cadáveres es difícilmente entendible en nuestro tiempo. Las religiones, como elementos represivos del avance científico y como explicación irracional de la realidad y de sus circunstancias, han sido una de las mayores rémoras para el avance cultural y científico de las diferentes civilizaciones.
La clase de epidemiología básica que dan en la película sobre la epidemia de peste bubónica es muy entretenida.
Sobra totalmente el "don": "He visto la muerte", dice el protagonista tras poner la mano en el pecho del enfermo, con la congelación dramática de la imagen y un retumbe musical para dar intensidad a la escena. Nosotros lo llamamos "ojo clínico", algo que se basa en el conocimiento y en la experiencia. El protagonista, no tenía ninguna de las dos, pero queda bien en términos novelísticos o cinematográficos.
La figura de Ibn Siná (Avicena) representada por el gran Ben Kingsley tiene un gran atractivo cinematográfico por su bondad y por su conocimiento. A lo largo de la historia, ha habido personas clarividentes y de una gran inteligencia que han tenido que luchar contra los fanatismos religiosos que impedían el avance científico, filosófico o político. Desde Galileo hasta Darwin, incluso en nuestros días, la losa teológica limita y enturbia el pensamiento racional. Han pasado muchos siglos pero todavía sigue siendo la influencia religiosa un factor limitante. Tanto en el mundo católico como en el musulmán.
Película entretenida y olvidable.