Doy las gracias a Redacción Médica y a la periodista María Márquez por la oportunidad de desarrollar mi opinión sobre nuestra realidad sanitaria desde un prisma: el del Ministerio de Sanidad.
Desde mi libertad de opinión, argumento sobre el gasto farmacéutico, la financiación de medicamentos, las tarjetas sanitarias, la coordinación sociosanitaria y algún tema más.
VICENTE BAOS 'MINISTRO DE SANIDAD'
De la consulta de un centro de salud de un pequeño municipio
madrileño al sillón de ministro. El médico y bloguero Vicente Baos ha aceptado
el ‘juego’ de 'Revista Médica': perfilar el Ministerio de Sanidad que dirigiría
si se diese el caso.
Ha dejado sus dos mil pacientes en el centro de salud
Collado-Villalba Pueblo para hacerse cargo de la sanidad nacional, pero no
dejará su blog ‘El Supositorio’, en el que reflexiona desde hace siete años no
solo sobre salud sino sobre todo lo que le rodea. Vicente Baos es el nuevo
‘ministro’ de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Y mantiene ‘el nombre’
así, como lo bautizó la exministra Ana Mato, aunque tiene claro que la tercera
pata del Ministerio funcionará en coordinación con otros departamentos (Educación,
Interior…) cada vez que las decisiones lo requieran.
También conserva, casi en su totalidad, el segundo nivel de mando en el Paseo
del Prado, pero dotando a la Farmacia de un papel que no ha tenido hasta ahora.
Esta Dirección General (“sin más competencias, ya es suficientemente compleja
como para dejarla sola”) pilotará la contención del gasto mediante una
financiación estatal con directrices claras. La designación de ‘su’ secretario
general está al caer. Suenan varios nombres en los que no importa el signo
político sino “la experiencia y el currículo”. El portavoz socialista de
Sanidad en la Asamblea de Madrid, José Manuel Freire, o su homólogo en las
filas de UPyD, Enrique Normand, podrían ser ‘el elegido’. También suenan Sergio
Minué y Joan Carles March, de la Escuela Andaluza de Salud Pública, y Encarna
Cruz, subdirectora de Compras de Farmacia y Productos Sanitarios de la
Comunidad de Madrid. Gente a la que admira, “experta en gestión y defensora de
la sanidad pública”, y que configuraría un gabinete estratégico, “que piense” y
que comunique todo lo que se haga en el Ministerio al ciudadano y al
profesional. Al directorio de altos cargos se suma el responsable de la I+D+i,
actividad recuperada del Ministerio de Economía y Competitividad.
Nuevos tiempos para la financiación de medicamentos
Para ese nuevo giro y protagonismo que toma la Dirección General de Farmacia,
Vicente Baos confía en comisiones de trabajo que, codo con codo con la Agencia
Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps), financien medicamentos
selectivamente, en base a ventajas terapéuticas y partiendo de las fichas de
posicionamiento terapéutico. Este es el determinante “puro y duro”. Se acabó
financiar productos iguales, “o eres mejor que otro, o no tienes financiación
pública”. Ahorro “justo, científico y transparente” es el que ahora guía al
Ministerio. Y por supuesto, las 426 presentaciones de fármacos desfinanciadas
por la exministra Mato serán reconducidas y evaluadas pertinentemente por
dichas comisiones. La aportación farmacéutica y hospitalaria impuestas en los
dos últimos años pasan a mejor vida (“solo han conseguido disuadir al más
débil”), pero no así el concepto de copago. Ante el ajuste presupuestario que
se debe seguir ejecutando, Baos revisa junto a su equipo el Informe Abril y
exigirá al presidente del Gobierno que en cuanto se defina la “coparticipación”
del pensionista han de incrementarse las pensiones proporcionalmente. Con los
laboratorios de genéricos está librando otra batalla: la homogeneización de
envases. La experiencia de Baos en la consulta le dice que los pacientes
desconfían y se confunden “si las cajas no son iguales”, por eso va a exigir
que los logos de la industria se reduzcan de forma considerable en las
presentaciones. Los principios activos serán subvencionados por las arcas
públicas pero si el paciente “quiere marca”, pagará el cien por cien del
importe. La subasta de medicamentos, que en su día propuso la Junta de
Andalucía, merece una oportunidad en su opinión. “¿Por qué tiene que dar
miedo?”, pregunta.
Se espera que, ante una política farmacéutica tan contundente, la respuesta (no
muy cómplice) de la industria no tarde en llegar. El ministro de Sanidad ya ha
mandado algún que otro mensaje: “Entre perjudicar a la población o a una
empresa, prefiero perjudicar a una empresa”. En esta labor de cortafuegos de
intereses empresariales tiene un papel fundamental la Aemps, a la que ha dotado
de mayor estructura y más funciones. De hecho se encuentra, junto a la
Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y el Plan Nacional de Drogas, entre
los pilares ministeriales que han logrado un mayor refuerzo con la llegada de
Baos. La voz de la ONT debe tener un eco directo y claro en las autonomías a la
hora de dotar de eficiencia a las actividades de donación y trasplante en todo
el Sistema Nacional de Salud (SNS), reduciendo las unidades de trasplante que
no superen criterios de calidad a juicio de su director general, Rafael
Matesanz, quien vuelve a contar con la confianza del nuevo ‘habitante’ del
Ministerio.
‘Gran Hermano Sanitario’ no, gracias
Tan claro como ha tenido la necesidad de bloquear los copagos, Baos ha
considerado urgente detener los planes de Mato en cuanto a la ‘e-salud’. Define
la tarjeta sanitaria única que preparaba la exministra ‘popular’ de
“innecesaria y absurda” y aboga por el chip del DNI como una opción a barajar
para contener más información en caso de precisarse, si bien no es partidario
de que el médico atienda en consulta “más códigos y entradas de las necesarias”
porque, como recuerda de sus veinte años en Collado-Villalba, “el tiempo es muy
corto y tienes prisa siempre”. La historia clínica digital (HCD) es para él
otra pérdida de tiempo dadas las condiciones de las arcas estatales y las
prioridades de la sanidad nacional. Lo que él denomina “el Gran Hermano
Sanitario” no es imprescindible, basta con que “cada consulta a la que llegue
el paciente tenga la capacidad de volcar su información”, y resalta que todos
los datos que podría contener esa HCD “no son necesarios si el médico hace tres
preguntas básicas”. La inversión que precisaría ese “Gran Hermano Sanitario”
es, en su opinión, desorbitada para la repercusión que tendría en la práctica
diaria.
Salud Pública, salarios y consejeros díscolos
La Salud Pública es otro de los pilares que caracterizan esta nueva etapa en el
Paseo del Prado. Respetando las estrategias autonómicas, el Ministerio eleva la
voz sobre campañas básicas de prevención y promoción de la salud, mirando en el
espejo del Reino Unido, queriendo imitar su perseverancia y el impacto social
que consiguen. La partida dedicada a esta estrategia es modesta pero muy
práctica en opinión del ‘ministro’, de ahí que la blinde de futuros
tijeretazos. Tampoco tocará el sueldo (y con ello la moral) del profesional
sanitario. Tiene muy presente que hasta hace pocos días tenía un cupo de
pacientes sobredimensionado y que, pese a ello, no recibía ningún tipo de
incentivos, solo disminución salarial. “La soga se ha apretado demasiado”,
lamenta. En el ámbito contractual, no deshecha opciones como la contratación
laboral, y a la flexibilidad une inexorablemente que la gestión sea pública y
liderada por profesionales, diciendo un “no” rotundo al ‘dedazo’ y apostando
por formación como la de la Escuela Nacional de Sanidad.
Para no perder el hilo de lo que sucede en la consulta
valora las opciones de diálogo con la profesión médica, pero no cree en los
foros y en las reuniones infructíferas (“para dilatar un tema no hay nada mejor
que hacer una Comisión”). En este punto, mira de nuevo al modelo anglosajón,
donde la ecuación es simple: problema + grupo de expertos + solución. Su gran
reto es dotar al trabajo ministerial de mayor pragmatismo con decisiones que
partan de expertos y evidencias científicas. Esto lo traslada a la reflexión
sobre la utilidad del Consejo Asesor de Sanidad, no se plantea su desaparición,
pero sí cambiar drásticamente su funcionamiento, con opinión de profesionales
de relevancia clínica, que tengan claro que quieren luchar por un sistema
sanitario público y que trabajen para plasmar conclusiones en guías de trabajo
al estilo del National Institute for Health and Care Excellence (NICE). Y es
que Baos quiere impregnar al Ministerio del espíritu de la institución
británica, pese a ser consciente de las limitaciones presupuestarias que les
separan.
Otro foro que está en la diana del ‘ministro’ es el Consejo Interterritorial
del SNS. No permitirá la imagen que se ha dado de él en los últimos años, es
decir, que tras la reunión, las voces discordantes busquen a los medios de
comunicación por los pasillos. Los temas serán trabajados buscando el mayor
consenso posible, aunque es consciente de que eso no podrá producirse siempre
al cien por cien. Por ello, abogará porque los consejeros que no opinen lo
mismo que la mayoría lo manifiesten públicamente antes de entrar en la reunión.
La coordinación sociosanitaria… eres tú
Vicente Baos reconoce que necesita una ‘puesta a punto’ en el terreno de los
servicios sociales, y enfocará sus energías con la misma directriz que en el
área sanitaria: la evaluación del coste-eficiencia. La Ley de Dependencia, de
gran ayuda para la sociedad, pecó, opina, de cierta improvisación y se puso en
marcha con “una viabilidad económica dudosa” que él quiere dejar atrás.
El ‘nuevo ministro’ de Sanidad tiene más consciencia de la
realidad sociosanitaria. Dos décadas como médico de Familia y un número
considerable de pacientes de la tercera edad le lleva a parafrasear el verso de
Bécquer para contradecir la anterior estrategia de Ana Mato y encarar el
futuro. “¿Qué es la coordinación sociosanitaria? Soy yo”. Ese “yo” es el médico
del primer nivel asistencial, el que (como recuerda en primera persona) va al
domicilio del anciano que ha dejado de ir al centro de salud, haciendo las
veces de policía local y asegurándose de que el paciente no se ha desmayado (o
algo peor). Es una de las dimensiones de la Atención Primaria que explican la
necesidad de este relanzamiento que está en sus manos. La función social ligada
a la clínica. No ve útiles estudios sesudos sobre el tema ni decálogos de
medidas para aprender cómo sería la coordinación sociosanitaria ideal. La
realidad es otra, viene de lo que él denomina “microproblemas”, que deben ser
analizados para llegar a la solución del “macroproblema”.
La mejor forma de acercar el Ministerio al ciudadano
Son el otro gran revulsivo para el Paseo del Prado. El Ministerio renueva su
cara mediática, se vuelca hacia la sociedad. Bullen noticias desde el perfil
‘twittero’ y otras redes sociales, comunicando no solo actos ministeriales y
medidas, sino también mensajes de prevención y promoción de la salud. El
paciente cuenta con un nuevo número telefónico de atención, tanto para resolver
dudas concretas como para no sentirse ajeno a las decisiones ministeriales. El
objetivo es que el usuario del Sistema Nacional de Salud sienta que la
interacción es real. Y en la web, una novedad imprescindible para ‘el
ministro’: la puesta en común de los boletines autonómicos de información de
medicamentos, con datos sobre consumo así como información terapéutica de todo
tipo.
Tarea ardua la que tiene por delante el ‘nuevo ministro’ de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad. Enfrentarse a sus ideales lidiando con un presupuesto
inferior (“injustamente”) al del Ministerio de Defensa, y no defraudar ni a los
pacientes ni a sus compañeros de profesión, vértices de un modelo público al
que no quiere renunciar.