Cuando estaba ingresado y en el peor momento de la insuficiencia respiratoria, pensé claramente en la posibilidad de la muerte. La imagen que venía a mi pensamiento era la de que cerraba una puerta e inmediatamente pensaba que me había dejado algo dentro, que debía volver a abrirla. Que no había hecho testamento, que no había comentado con mi esposa los trucos de la caldera de la calefacción. Me venían asuntos operativos, no transcendentes sobre lo que significaba la pérdida de la vida.
Cuando pensaba en “subir” a la UCI y ser sedado me daba dos opciones: volver “qué bien” o no volver “qué pena” Obviamente era un pensamiento desde la presencia, no de la ausencia.
Me recuperé y “volví” a la vida cotidiana. Desde entonces no puedo evitar, de vez en cuando, ver mi vida desde fuera, como si hubiera muerto y se me haya dado la posibilidad de tener una prórroga a medias; es decir ,vivo, pero podría ser que despertara de la ensoñación y estuviera realmente muerto.
Soy racionalista y sé que es una perspectiva inventada por mí porque claramente estoy vivo, pero aún así es didáctico pensarlo.
Por ello, me doy cuenta de que todo sigue adelante y que los familiares y amigos cercanos del que ha perdido la vida son los únicos que sienten dolor. Una tristeza que el tiempo mitigará para continuar con su propia vida. No es un pensamiento original pero imaginaros a vuestro alrededor y pensad que no estáis, que sois solo espectadores del circo humano.
Todo lo que nos rodea sigue siendo lo mismo, lleno de las estúpidas y simplonas disputas políticas a pesar de la tragedia, lleno del egoísmo personal por los propios asuntos y del de una importante parte de la población que no es capaz de aguantar sacrificios por el bien de todos.
Los muertos perdieron sus momentos restantes de vida, a muchas edades, no solo ancianos, gente que esperaba vivir algo más hasta que llegó la guadaña segando vidas en marzo, abril, mayo y lo que queda.
Para todos ellos, con la experiencia de haber podido perfectamente ser uno de ellos, les rindo el homenaje del superviviente.