Tras pasar un mes compartiendo mi consulta, le pedí a Yuki, una excelente y brillante estudiante de cuarto de medicina, que escribiera unas reflexiones sobre su estancia.
Mucho deberíamos aprender, los médicos en ejercicio y los encargados de la organización de la docencia universitaria médica, de las fundadas opiniones de estudiantes como Yuki, que evalúan críticamente el sistema docente y tienen mucho que aportar al futuro de la Medicina.
Mi nombre es Yuki Sepúlveda y soy un estudiante de cuarto curso de Medicina en Madrid. Tras todos esos años de asignaturas pasando por mi cabeza sin pena ni gloria decidí que era hora de hacer algo al respecto y aprovechar el tiempo así que me puse en contacto con Vicente Baos para vivir el día a día de una consulta de Atención Primaria.
¿Pero por qué Atención Primaria? Dicen que los tres primeros años de la carrera son básicos, así que nos hacen recitar de arriba abajo los nervios del cuerpo y todas las vías metabólicas habidas y por haber, aún espero el día en el que pueda aplicar mi vasto conocimiento sobre el Ciclo de Krebs. Después de ahogar nuestra inocencia en un océano de datos que terminan en algún agujero recóndito del cerebro, llegan los años “clínicos” donde nos enseñan cosas tan importantes como Cardiología, Ginecología, Digestivo e incluso Anatomía Patológica (porque no hay nada más útil que saber las formas celulares de las variaciones del tipo menos común de tumor que se pueda dar en el cuerpo humano) No obstante, uno se sorprende echando en falta una cosa. Dentro de toda esta amalgama de especialidades, ¿dónde queda la Atención Primaria? La respuesta es simple: en ningún sitio, pues en el currículo actual del Grado de Medicina no existe. Sólo pasamos una rotación de un mes durante sexto por un Centro de Salud. Eso es todo lo que la tan venerada carrera de Medicina tiene que decir sobre la Atención Primaria.
Da que pensar, pues da la sensación de que la única Medicina es la hospitalaria, y hay mucha gente que ve los Centros de Salud como un mero pase administrativo hacia el Hospital. Siempre me llamó la atención la idea de “Médico General”, el que sabe de todo y hace de todo, y lo más cercano que tenemos a eso en nuestro modelo sanitario es, supuestamente, el Médico de Familia, así que como estaba cansada de las (poco útiles) clases magistrales, decidí aprovechar ese tiempo en algo más productivo y ver lo que realmente es un Médico de Familia, y no me he arrepentido.Me llevo muchas cosas positivas de esta experiencia. En la carrera es fácil perder el horizonte y no diferenciar entre la patología común y la rara, la fútil y la grave, todo entra en el examen y todo es importante. Al final, el resultado es que por insistir en que sepamos todo de todo, acabamos olvidando gran parte de ello. No obstante, la consulta te pone los pies en el suelo, hay gente de todo tipo y patología de lo más variada pero al final los patrones se repiten y aprendes qué es lo más frecuente, y que aunque cierta patología sea sencilla y en clase no se le diese tanta importancia como a otra más grave, esa puede ser mucho más prevalente y causar un gran sufrimiento al paciente, con fácil solución si se sabe detectar.
Sin embargo, lo más impactante de la consulta han sido las personas que han pasado por ella. Hay gente que cree que los Médicos de Familia sólo están ahí para diagnosticar catarros y recetar los fármacos que ha prescrito el especialista, pero la realidad es mucho más compleja. La consulta de Atención Primaria es un espejo de nuestra sociedad. Una sociedad para mí rota, enferma por un modelo de pensamiento individualista que ha llevado a muchos de sus miembros a sentirse desplazados. La cantidad de gente con problemas de índole psicológica que aparece en la consulta no tiene nombre y el Médico de Familia debe saber manejar estas situaciones. Quien quiera que idease el currículum de nuestra carrera se le debió de olvidar ese pequeño detalle, puesto que lo único de Humanidades que contiene es una única asignatura que dimos en primero, y que al parecer es suficiente para aprender a tratar con personas. Nadie nos enseña qué hacer cuando una paciente tiene dolores sin causa orgánica pero reales, derivados del dolor psicológico por las circunstancias de la vida (aparte de ahogarle a analgésicos), ni cómo tratar con el adolescente que sospechas que su patología tiene un origen menos simple del que cuenta o incluso cuando es el maltratador el que está en la consulta.
La Atención Primaria es básicamente todo lo que yo entiendo por Medicina y el objetivo de los estudiantes al graduarse debería ser salir de la Universidad siendo lo más parecido posible a un Médico de Familia. Alguien que sepa diagnosticar y tratar las enfermedades más comunes y que sepa tratar con las personas, empatizar con ellas y guiarlas en su sufrimiento. Me parece que es lo mínimo que se le debería exigir a cualquier médico, sea Cardiologo, Dermatólogo o especialista en Hallux valgus (alias juanetes).
Me parece que la carrera de Medicina es un carril alejado de la realidad, donde empleamos seis años aprendiendo terminología y miles de datos pero nadie nos enseña a ser médicos. Una carrera donde no existe la asignatura de la especialidad más básica de todas, mientras sí que nos imparten Cirugía Maxilofacial o Medicina Física, y donde las Humanidades brillan por su ausencia. Si la mitad de las rotaciones que se hacen por Cirugías y Especialidades médicas fuesen por Atención Primaria, de la Universidad saldría algo más parecido a un Médico. Es intolerable que la enseñanza de la “verdadera” Medicina comience en la Residencia, que haya alumnos de sexto que no sepan cómo tratar una amigdalitis estreptocócica, leer una radiografía o diagnosticar un neuroma de Morton, y que se haya olvidado que aunque la Medicina tiene mucho de Ciencia, también lo tiene de Humanidades.
PD: quiero agradecer a Vicente Baos el haberme dejado colarme en su consulta durante este tiempo, y aunque probablemente sea la consulta más estresante y llena que haya visto, sin duda es un ejemplo de que dentro de lo mal que funciona el sistema, se puede intentar hacer las cosas de forma decente, aunque al final eso suponga más trabajo y poco beneficio a cambio. Es un placer saber que aunque pocas, hay gente que se esfuerza por hacer lo correcto y no lo fácil.